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En la dieta de Alberto, los gordos sindicales son bienvenidos

En el #Wok de hoy:  La reunión del presidente electo con los referentes sindicales confirmó lo que se preveía: un acuerdo estratégico para avanzar con un pacto social que evite todo desborde político y económico en el arranque de la nueva gestión + Como garantía, Fernández les prometió a los popes que “van a ser parte del Gobierno desde el 10 de diciembre” + La pregunta de cajón es si los históricos jefes gremiales podrán evitar el reclamo de las bases, con sueldos congelados, constante pérdida de puestos de trabajo y una inflación difícil de domar. 

sábado, 9 de noviembre de 2019 · 13:14 hs

[ Maridaje / Musicaliza esta columna Ryuichi Sakamoto con Iconic Storage ]

La Argentina modelo 2019 ya tiene matrimonio igualitario, asignación universal por hijo, Ley Micaela, jubilación para amas de casa, modernización del Estado, buena conectividad a internet, Uber, reconocimiento facial, iPhone 11, aerolíneas low cost, juicios por jurados... hitos, mojones, muescas que hablan de un país que, pese a sus recurrentes terremotos económicos y políticos, indefectiblemente se va aggiornando.  

Pero también tiene gremios y, sobre todo, líderes sindicales que se quedaron en la era del blanco y negro. Son como esa casa de barrio que está igualita a como fue entregada hace años ha, mientras el resto de sus vecinos fue mejorando la suya y lograron que con sus cambios apenas se reconozca la estructura original.  

Entrampados en su rigidez ideológica y con el sayo de jefes políticos que sólo con los pies adelante podrán ser sacados de su trono, hoy más que nunca están en la disyuntiva de redefinir cuál es su verdadero propósito: si defender los derechos del trabajador o si son, como han sido siempre, un apéndice funcional al gobierno (peronista) de turno. 

Los míticos "gordos", apodo de calce perfecto para aquellos que hicieron de su sindicato un feudo inexpugnable, tuvieron su ansiada cumbre con Alberto Fernández, tras la cual están -en teoría- ante una disyuntiva "de peso": apoyar acríticamente lo que les pidió/propuso el presidente electo; léase evitar paros y reclamos por un largo tiempo y, sobre todo, aceptar una suerte de congelamiento salarial hasta que el país, como planteó en campaña, vuelva a ponerse de pie. Una tregua, ni más ni menos que eso.

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Música para el oído gremial fue que el exjefe de Gabinete de Néstor les dijera que a partir del 10 de diciembre la dirigencia sindical "será parte del gobierno". Hasta el díscolo Hugo Moyano volvió a escena para ser parte de la foto por todos esperada.  

Todos unidos (¿triunfaremos?)

Tan cierto como que las fake news circulan impunemente, lo es que la información "inconveniente" para los popes sindicales fluye igualmente sin reparos. Lo que acota cada vez más la posibilidad de hacer y deshacer sin que nadie lo note. Ya no es tan fácil ocultar, por ejemplo, un Mercedes Benz como el del líder de Sipemom, Rodolfo Calcagni, quien en MDZ Radio  aseguró sin ponerse colorado: "Si yo soy ladrón, soy millonario y soy empresario, él lamentablemente alguna participación ha tenido dentro de la comisión también". Lo decía Calcagni para responder (¿?) las críticas de un opositor interno de su sindicato. 

El convite de Alberto sirvió, además, como un primer paso para la reunificación cegetista que se viene tejiendo con bastante esfuerzo desde hace un tiempo. Repasemos: el triunvirato conductor de la CGT se constituyó el  22 de agosto de 2016 con Héctor Daer, Carlos Acuña y Juan Carlos Schmid, hasta que este último se bajó en 2018 por serias diferencias que el dúo que lo sobrevivió.

De 213 organizaciones firmaron la unidad 124 y quedaron fuera 89. Al igual que los gremios de la CTA, escindidos desde hace 28 años. También ellos podrían ser parte de la mentada unidad que se cocina a fuego lento.

A tono con los tiempos que se vienen, Fernández tuvo su dosis de tribuna en Azopardo 802: "En este lugar, Perón llamó a un pacto social, en tiempos en que la Argentina estaba en crisis y necesitaba del acuerdo de todos los argentinos. El mandato de Perón está más presente que nunca: para un argentino no hay nada mejor que otro argentino...El movimiento obrero organizado es parte del Gobierno que se va a instalar en la Argentina el 10 de diciembre. No es un acuerdo político, nunca lo hemos hablado. Es la convicción que siempre tuvimos: que al país lo arreglamos entre todos". 

Habla el corazón, ¿escuchará el bolsillo?

La propuesta del sucesor de Mauricio Macri es avanzar en un pacto económico y social que entre otros puntos incluya la previsibilidad cambiaria, un acuerdo de precios y salarios por 180 días, fomentar las exportaciones y proteger la producción nacional. Esto, claro, en un trazo bien grueso.

En la lógica histórica del movimiento obrero, esto debería darse de facto, sin demasiada discusión. Pero en el actual contexto de crisis económica, las bases también quieren hacerse escuchar. Aún contando con el apoyo "natural" de los trabajadores -y el lógico entusiasmo que supone un cambio de modelo y el inicio de una nueva gestión de gobierno- será muy difícil que los bolsillos no se hagan oír. 

Dolor de cabeza garantizado, sería que Fernández habilite una reforma de la legislación laboral, pero desde radio pasillo aseguran que por ahora no estaría entre las prioridades de Alberto. Hábil como es, sabe que sería encender una peligrosa mecha en el inicio de su gestión. Lo que sí estaría dispuesto es a habilitar las modificaciones de los convenios colectivos por sector

Hoy más que nunca, la lupa sobrevuela los pasos que den Moyano y compañía. Lo reconocen, sotto voce, muchos de los popes que tuvieron -y tienen- la vaca atada por décadas. El cambio de paradigma que se replica en tantas situaciones de la vida cotidiana, no excluye al sindicalismo.  

En un mundo laboral que se transforma minuto a minuto a escala planetaria, oficios que desaparecen de un plumazo y carreras que ya no se estudian, ¿estarán dispuestos a entender nuestros anquilosados gordos que algo o mucho debe cambiar en su cancha?

#Solapa

¿Cómo aprendemos? Los cuatro pilares con los que la educación puede potenciar los talentos de nuestro cerebro, de Stanislas Dehaene (Siglo XXI, 362 páginas, $990)

  • Reuniendo aportes de las neurociencias, la psicología cognitiva, la informática y la pedagogía, ¿Cómo aprendemos? explora en detalle las investigaciones acerca del aprendizaje y sus fundamentos biológicos: ¿cuáles son los procesos neuronales implicados?, ¿por qué la infancia y la juventud son tan sensibles?, ¿podemos seguir aprendiendo toda la vida?, ¿cuánto hay de innato y cuánto de adquirido en los dominios más relevantes de nuestro conocimiento? ¿Todos somos iguales a la hora de aprender? Stanislas Dehaene, célebre neurocientífico francés no se queda en el laboratorio: para que todos podamos aprender a aprender, plantea con claridad las consecuencias prácticas de estos descubrimientos. De la mano de los cuatro pilares del aprendizaje (la atención, el compromiso activo, el buen feedback y la consolidación), lleva recomendaciones precisas para implementar en la familia y en la escuela de manera cotidiana.
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#ElResaltador

El olvido programado

  • "En el proceso de globalización, el olvido está programado para que la memoria no moleste. El modo en que en las escuelas europeas la historia es una materia que cada vez tiene menos importancia, como si se tomaran medidas de protección para que no sea entendida realmente por las generaciones que no la han vivido, se parece en cierto modo a un atentado en contra de la libertad de conciencia que sólo puede existir en condiciones de la libertad de información y de comprensión. Este olvido programado e inducido beneficia sólo a la corrección política, esta forma de censura oculta y subliminal con la que ni las dictaduras se atrevieron a soñar".

[ Ana Blandiana, poeta, ensayista y figura política rumana ]

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#LaDataFlora

#Tuiteado