Ambiente

El daño oculto: la mitad de los niños de Mendoza crece en ambientes contaminados

Plagas, basurales, agua no apta, industrias contaminantes son algunos de los factores que afectan a niños de la provincia. Son más vulnerables por estar en crecimiento. Los datos. 

domingo, 10 de noviembre de 2019 · 11:52 hs

Las imágenes más dramáticas son la de los niños que viven rodeados de basurales en el Borbollón, Puente de Hierro y el Pozo; que respiran hedor y humo  de quema de basura . O los chicos que rodean la escuela Provincia de San Juan, con los hornos ladrilleros de los alrededores y el particular “olor a diablo” que sale por el azufre que se siente. Lo mismo para quienes viven en el secano lavallino, que consumen agua con arsénico que les pinta de amarillo los dientes y los lastima silenciosamente por dentro.

Son casos extremos, pero no extraordinarios. La mitad de los niños de Mendoza viven expuestos a la contaminación ambiental de manera permanente y son ellos, justamente, los más afectados por la sensibilidad que tienen ante ese problema al estar en desarrollo. El dato surge del estudio “Derecho a un hábitat digno en la infancia” realizado por investigadores del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, donde se analizó el contexto donde crecen los niños y niñas del país y también sobre sus demandas.

Los niños que crecen en esos ambientes afectados, tienen más probabilidades de tener problemas de salud. "Un medio ambiente sano es necesario para que los niños/as disfruten del derecho a la vida, el desarrollo y la salud. Según la ONU (2018) los daños ambientales contribuyen a la aparición de problemas de salud severos, como el asma y otras enfermedades respiratorias, enfermedades cardiovasculares, el cáncer y los trastornos neurológicos”, explica la investigación.

La desigualdad también se nota en la calidad del ambiente.

Como ocurre al analizar otras variables, en el acceso a un ambiente sano también hay desigualdad. Los niños de familiar que tienen una situación económica más favorable viven en un ambiente más sano. Por eso, por ejemplo, el 17% de los niños de ese sector tiene problemas de ese tipo y, en cambio, afecta al 61% de quienes crecen en familias trabajadoras y barrios populares.

Para evaluar esas dimensiones, se evaluó la cercanía a fábricas contaminantes, basurales, quema de basura o plagas. Las plagas de distinto tipo (insectos y roedores por ejemplo) es el problema que más incidencia tiene; seguido por los basurales y la quema de basura.

“Por un lado, los niños/as están particularmente expuestos tanto a la contaminación del agua como del aire, ya que su cuerpo todavía está en desarrollo (ONU, 2018). Beben más agua que los adultos en relación con su peso corporal y absorben una mayor proporción de algunos productos químicos transmitidos por el agua", dice el estudio.

Problemas de adultos, temor de los niños

En Mendoza hay algunos datos que parecen positivos, pero solo en comparación con otros distritos. Así, por ejemplo, la mayoría los niños de Mendoza tienen al alcance servicios barriales (plazas, centro de deportes, servicio de transporte, etc.), aunque casi el 30% tiene al menos tres carencias de ese estilo. En servicios públicos también la provincia tiene una relativa mejor calidad de vida que el resto, pues el 15% de los niños tiene problemas de acceso a alguno de esos derechos (como el agua, el gas y las cloacas). Nuevamente el problema es la distribución: mientras hay sectores que tienen un 100% de cobertura, en otras zonas de barrios populares y asentamientos es casi nulo. En general, por ejemplo, 2 de cada 10 niños de Mendoza han tenido problemas con el agua, por contaminación, escasez o falta de acceso.

En la preocupación de los niños de Mendoza hay un dato llamativo y tiene que ver con la vida familiar, con lo que escuchan y perciben. Son "problemas de adultos, que preocupan a los niños". En ese plano el hacinamiento es el principal problema, pero más allá de eso el “temor a perder la vivienda” es una preocupación frecuente. En la provincia el 20% de los niños tienen ese problema en la cabeza y es porque “lo escuchan en la casa”.

La inseguridad es un problema frecuente

En cuanto a la calidad de vida, hay una dimensión que llama la atención por la percepción generalizada y tiene que ver con la inseguridad. Nuevamente es un temor trasmitido por los adultos. En Mendoza 8 de cada 10 niños (el 78%) dice sentirse inseguro en la calle. Ese indicador es subjetivo y se tomó encuestando a las familias. Allí, explican desde la UCA, no hay diferencia de clases: todos los estratos sociales consideran peligroso que los niños estén “de la puerta de su casa hacia afuera”. El déficit de vigilancia policial alcanza al 58% de los encuestados y allí hay nuevamente desigualdades. El hogar sigue siendo un lugar seguro, pues la mayoría dice sentirse más seguro en ese ámbito.