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Opinión

Sobre el autoritarismo y el totalitarismo: "Rectificarse no está en su naturaleza"

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La ex periodista de Página/12 Susana Viau, ahora columnista en Clarín, ofrece una importante lectura en torno a lo que distancia al autoritarismo del totalitarismo y lo aplica al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.

Escribe hoy en el diario porteño:

El gobierno teme haber perdido la calle. En junio, cuando el secretario general de la CGT Hugo Moyano terminó de comprender que nadie puede permanecer junto a la Presidente y reservarse al mismo tiempo una cuota de poder y autonomía, resolvió que el camino era enfrentar lo que no podía consentir y lo hizo con una manifestación multitudinaria. Ese día, Cristina Fernández incluyó en su agenda una visita a la localidad de Juan Llerena, en San Luis, para inaugurar una fábrica de productos porcinos. “Hay chanchitos buenos y chanchitos malos”, ironizó en su discurso. Todos supieron a qué corrales había sido enviado el camionero. La Presidente le daba así la espalda a quien Néstor Kirchner había designado como su hombre en el sindicalismo peronista. Con él, el modelo perdía la calle “obrera”. El jueves, el llamado a rechazar el intento de reforma constitucional y la re-reelección sorprendió a una oposición que no daba cinco centavos por el éxito de la autoconvocatoria y sobrepasó las previsiones que se hacían en la Casa Rosada. A las mismas horas, la jefa de Estado organizó una excursión a San Juan para inaugurar una fábrica de remeras y un puente que reemplazaría al “viejo e inglés” que atravesaba el río San Juan, casi seco hoy por el desvío de aguas de la Barrick Gold. “No me ponen nerviosa”, dijo como al pasar. No hacía falta agregar más. Siempre servicial, el jefe de Gabinete se había apresurado a dar la versión oficial sobre el fenómeno que protagonizaban quienes “piensan más en Miami que en San Juan”. Fernando De la Rúa debe haber sentido un íntimo regocijo: esas clases medias eran las mismas que habían desafiado el estado de sitio el 19 de diciembre de 2001 y los argumentos del kircherismo no diferían demasiado de los que intentó hilvanar su agonizante administración. Un déjà vu también para el jefe de Gabinete, director del INAP durante la gestión de la Alianza. Sería injusto, no obstante, suponer que el exabrupto procede de las alforjas del ministro coordinador. Es la línea que se impartió desde Olivos y manda estigmatizar a los actores de la protesta y relegar a un ultimísimo plano el hecho de que el malestar de las clases medias de los grandes centros urbanos ha dejado de ser una cifra de las encuestas para materializarse, también él, en la calle.