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Opinión

¿Cambiar el modelo?

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Hace unos días el presidente de la Unión Industrial Argentina declaró: "nadie quiere en la Argentina un cambio de modelo" y desafió: "será algún sector que quiera revivir la antinomia campo-industria".

Es una frase muy importante. Ignacio De Mendiguren, que de él hablamos, contestó con ella a Hugo Biolcati, presidente de la Sociedad Rural Argentina. Biolcati, como lo ha hecho reiteradamente había hablado en la inauguración de "la rural" del fin del modelo. Lo aplaudían Duhalde, Rodriguez Saá, los delegados de Alfonsín, Binner y Carrió.

¿De qué hablamos? ¿Qué quiere decir cambiar el modelo?¿Cuál es ese otro modelo que aplauden Duhalde, Rodriguez Saá, Alfonsín, Binner, Carrió?

Durante la década de los noventa del siglo pasado la aplicación fundamentalista del neoliberalismo, del "Consenso de Washington" y de la convertibilidad implicaron un reencauzamiento en las políticas económicas de la dictadura pero con una intensidad inédita.
El paradigma organizador fue aquél del "granero del mundo", el del modelo agroexportador.

¿Qué debe producir Argentina? Soja, granos. Tiene una ventaja comparativa en ese tipo de producción y debe aprovecharla sostienen sus propulsores.

La enfermedad holandesa

Este concepto resulta clave para entender lo que está en juego. Se denomina "enfermedad holandesa" a la situación que se produce en países ricos en algún recurso exportable que dejan fluctuar libremente el tipo de cambio. Estos países tienen grandes saldos exportables, superávit comercial y fuerte ingreso de divisas. Ese excedente de divisas genera una apreciación de la moneda local y una pérdida de competitividad de la producción nacional.

Para ejemplificar, ¿se acuerda cuando era más barato ir a Miami que a Mar del Plata? De eso estamos hablando. La contracara de esto es que el durazno enlatado que comprábamos era griego, no mendocino. Como pasó eso, la mayoría de las conserveras cerraron. La aceituna que encontrábamos en el supermercado era española. ¿Puede imaginar el estado de los productores mendocinos de aceitunas? ¿Y los trabajadores de las conserveras, de la producción olivícola? Muchos perdieron su trabajo. El récord de desempleo no surgió de la nada.

¿Y la producción industrial? Lo mismo. Era más barato importar que fabricar en Argentina. ¿Los trabajadores? Más desocupados. Coherente como fue la década neoliberal con De La Rúa incluido, cerraron las escuelas técnicas.

El modelo agroexportador no da respuestas a una población de cuarenta millones de habitantes, cuando mucho podría atender en el mejor de los casos a un cuarto de esa cantidad. Un modelo que favorece la industria, las economías regionales y la agregación de valor, perfectamente puede contener una pujante producción de la pampa húmeda. La prueba es el floreciente funcionamiento actual de la producción granaria que bate récord tras récord.

Pero supongamos que hay un neoliberal que sostiene como lo hace Binner (declaración de la noche de elecciones en Santa Fe) que el principal problema económico es que el Estado no deja producir y que hay que eliminar las retenciones. Entonces el tipo de cambio será establecido por el mercado. El país genera muchas divisas, el tipo de cambio baja, el escenario es el de la enfermedad holandesa.

Y entre otras cosas es eso lo que está en discusión: un modelo que hace eje en la producción industrial y en las economías regionales, que contiene la pampa húmeda o un modelo basado en la pampa húmeda que transforma en inviable al resto del territorio y en desocupados a los que no vendemos glifosato.

Pero si bien el modelo agroexportador tiene un sujeto político bien constituído, tanto que concita a todo el arco opositor aplaudiendo como foca en la oprobiosa fiesta de la oligarquía con pretención aristocrática de la Sociedad Rural; la Argentina industrial, la Argentina de las economías regionales ha dependido más de la azarosa voluntad política que de la constitución de un sujeto activo que defiende sus intereses.

Por eso la declaración de De Mendiguren indica el principio de una conciencia empresarial no obnuvilada por anteojeras ideológicas suicidas.

Durante los noventa más de una cámara empresaria mendocina festejó las políticas que hundirían a sus socios. Nada garantiza que las conductas autodestructivas no se repitan pero en una profesión de fé en el género humano suponemos aprendizaje.  Los productores agropecuarios mendocinos que conforman una economía regional, las industrias, los talleres, la construcción, el transporte, el comercio, el turismo receptivo, pone mucho en juego en estas próximas elecciones. El cambio que le proponen implica un daño para sus actividades que quizás sea definitivo.

Los trabajadores de estos sectores, los ex desocupados, los que están progresando, los cuentapropistas que trabajan bien fruto del nivel de consumo, sus familias, los jubilados, los investigadores y muchos otros segmentos poblacionales deciden su suerte directa o indirectamente en las próximas elecciones. No por ese inasible cuento de la "crispación" sino por la pura y dura realidad económica. A esos sectores les fue mejor con este modelo y todo indica que les irá peor con el proclamado cambio de modelo de los opositores.

Carlos Almenara: [email protected], Presidente Junta Promotora EDE - Mendoza