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Opinión

Los recursos humanos en Salud

Texto del médico mendocino que forma parte de su nuevo libro "Recuerdos y caminos", editado por Diógenes. Util para comprender la crisis en Salud.
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"Frente a las enfermedades que genera la pobreza, el abandono y la angustia de los pueblos, los microbios como causa de enfermedades son unas pobres causas".

Ramón  Carrillo

 

…Y algún día  dejarán los médicos de ufanarse de luchar contra la muerte para sentir la satisfacción de luchar por la vida.

En general podemos decir que la universidad no prepara médicos, psicólogos, enfermeros, etc.,  para que realicen un enfoque integral de salud, con su gran componente sociocultural, ni para el ejercicio profesional en Centros de Salud o comunidades.

No podría ser de otra manera, ya que la formación responde o es un reflejo del Sistema de Salud que ya definimos como asistencialista, tecnocrático, consumista, individualista y asocial..

Responde a las concepciones de los sectores

dominantes que tienen el poder de dedición hace muchos años en nuestro país, fuera de cortos periodos de nuestra historia.

Y en esto también han jugado un papel determinante las multinacionales de medicamentos, tecnología y el poder económico que hace de la salud un negocio, que puede llegar a límites de la más cruel perversidad  (prueba de medicamentos  y vacunas en los países subdesarrollados, promoción de leches artificiales que significaron la pedida de al alimentación materna en los países pobres, obstáculos, presiones o juicios, basados en la llamada propiedad intelectual para impedir  producción de medicamentos, en nuestros países, entre otros, o la producción de medicamentos para el Sida en continentes como África, donde la enfermedad se presenta como una verdadera pandemia sin acceso por los elevados costos a los medicamentos o los mecanismos de competencia desleal o presiones económicas o políticas  y hasta golpes de Estado, como sucedió con el Dr. Illia.

Incentivación a los médicos con dadivas  económicas  y de porcentajes en las ventas  en la medida que recetan  o la incentivación del  uso de tecnología o aparatología más allá de lo necesario, que todos conocemos  pero de lo cual no hablamos.   

Ha sido una  casi una regla que la universidad a respondido a  una formación que privilegia lo individual a lo social, lo curativo sobre lo preventivo, el saber de los técnicos sobre el saber de la gente.

En general se los forma como médicos, bioquímicos o psicólogos a secas, sin una preparación que privilegie valores y formación humanista integral.

La medicina social, en general, ha sido una intrusa dentro de las carreras médicas.

Escardó decía: “para ser médico no solo había que hacer clínica médica, sino clínica  social”.

La medicina de comunidades, de centros de salud solo son vislumbradas por cortos períodos durante la carrera y tomadas más como simples consultas de consultorios, sin saber cuál  la verdadera función de un centro de salud y del profesional.

Por otra parte, existe una tendencia cada vez más marcada a la sobrespecializaciòn (necesaria por cierto, pero hipertrofiada) con más valoración económica y social y con modelos a imitar que justamente no son la de un médico de barrio, comprometido con su pueblo y su tiempo.

• Aprenden a hacer un diagnóstico (necesario por cierto) de la enfermedad en la cama de un hospital. Descubren a veces con mucha fineza lo que afecta a un órgano, pero se desentienden totalmente del entorno que originó dicha patología.

• Se les enseña anatomía  humana individual pero no a conocer la estructura socio cultural; se hace hincapié en el funcionamiento de los órganos y del individuo pero no aprenden  cómo funciona la sociedad que predetermina mucho de lo anterior sobre todo en patologías infecciosas de los campos de la salud mental y clínico.

¿Cuántas veces recetamos mentirosas vitaminas cuando en realidad hacen falta alimentos?

¿Cuántas más en el campo de la salud mental indicamos mentirosas pastillitas  para la depresión o la angustia o para dormir cuando la causas está en una estructura sociocultural a contramano de lo humano?   

• Se les enseña más a buscar las enfermedades raras que a tratar integralmente las enfermedades sociales;

• más a curar que a prevenir, y se acostumbran a abusar de la tecnología que a usar el criterio medico y humano.

Se forman así y eso se inculca con fuerza, que hay que saber mucho de pocas cosas y donde el hígado, las amígdalas o el estomago requieren tratamiento sin importar el ser humano como una totalidad, con su familia y su medio.

Que los jóvenes desde el inicio de su carrera salgan a comunidades, a las fábricas, a ver y escuchar es inconcebible y hasta peligroso. No sea que el conocimiento de la realidad  les haga despertar conductas a las que los jóvenes son muy sensibles (por suerte) de no ser  solo profesionales, sino ciudadanos integrales, consustanciados con la vida de la gente a la cual  servirán.

• Se les inculca con fuerza (inconciente o concientemente) que lo más importante es el futuro económico y que lo que da brillo a su carrera es el estudio  y el trabajo en los grandes centros  hospitalarios  y en la práctica privada, llevándolos insensiblemente a “denigrar” la tarea gris pero igual de importante del medico de campo o de centro de salud.

¡Si ya me parece escuchar a más de un profesor “esa es tarea para los mediocres, en cambio la sobreespecialización es de los brillantes”!

En gran medida también el público a través de la ideología imperante  y la cultura inculcada lo entiende así, hecho que se refleja entre otras cosas en la consulta donde la del especialista vale mucho más  que la del clínico o del pediatra.

Esta concepción muchas veces abona el terreno de la medicina del relumbrón, que diría tiene más de relumbrón y poco de medicina en términos de resultados medico sanitarios.

¿A qué estudiante se le ha enseñado lo bien que  puede cumplir su función como medico de barrio o campo, y se le han dado las facilidades correspondientes dentro de nuestro sistema de salud?

¿A qué estudiante se lo forma en la gran tarea de hacer  educación para la salud como elemento indispensable de su trabajo diario?

¿A qué estudiante se le inculca que el médico debe ser una persona humilde, sencilla y humana, sin que por eso pierda su titulo doctoral?

¿A quién en la universidad se le enseña a realizar investigación medico - social y que muchas veces se hace con un lápiz, papel y un discreto cerebro orientado con una fuerte ovación científica, humana y solidaria?

La falta de apertura a otros conocimientos, a la cultura, al arte, la ausencia de vinculación con la realidad  social y la ausencia de contenidos humanos en la formación, la penetración de contenidos ideológicos  de esta sociedad de consumo, donde la salud es otro articulo más y donde se vive el triste mercado de la enfermedad y de derechos diferenciales, según la capacidad económica y ubicación social, desencadenan un proceso de empobrecimiento y hasta de envilecimiento que habrá de agudizarse en la etapa  profesional.

Por supuesto esto no ocurre solo en el campo medico  cuando la sociedad está orientada en su conjunto por concepciones  mercantilistas, individualistas, competitivas y no solidarias.

Es más, generalmente se terminan cercenando  los ideales, el humanismo, la sensibilidad y el amor casi natural de los jóvenes y adolescentes que poco a poco, insensible pero, concretamente, terminan siendo una pieza más de una estructura social que así los quiere.

Terminan así sus carreras sin conocer una fábrica, una comunidad marginada o rural o el

compatriota concreto, que se enferma no solo por que adquiere un germen sino por que arrastra detrás de si una historia  y una vida llena de privaciones, injusticias y miseria.

• Se les inculca con la fuerza del fatalismo que los problemas sociales  que conllevan a contraer determinadas enfermedades no son de competencia del profesional.

• Se cuidan muy bien de inculcar la necesidad de que debe ser un educador y un ciudadano que junto a la gente aporte a la transformación de una sociedad enferma y enfermante como integralidad.

¡Qué pobre caricatura de  medicina!¡Qué pobre conciencia de ciudadano! ¡Qué poca visión de la vida!¡Qué  maldita herencia de tantos elefantes blancos que durante años han logrado mantener a las Universidades  distanciadas, alejadas de las verdaderas necesidades y problemas de nuestro pueblo!

Aprenden, en definitiva a cultivar la “quintita propia” para así adaptarse mejor a esta triste medicinas de mercado. El mercado, ese nuevo Dios que resurge cada tanto e impregna todo haciéndonos creer que solo el individualismo, la competencia y las cuentas bancarias pueden ser la base del destino y de la vida de los hombres y donde quienes se manifiestan por nuevas relaciones humanas basadas  en los valores del humanismo y la solidaridad, son sólo soñadores peligrosos que no tienen cabida en esta sociedad y en esta medicina.

El día que nuestras escuelas, centros de salud, jardines maternales tengan algo del brillo y la opulencia que tienen los bancos y financieras, será el día en que el Hombre habrá comprendido que es mucho más importante resguardar  la vida que el dinero muchas veces mal habido.