Notas
Mitsubishi, a punto de ceder reinado de ocho años en el Dakar
La marca japonesa deposita todas sus esperanzas en Nani Roma, el único piloto que queda en competencia de los cuatro que la comenzaron. Pero Volkswagen tiene todo para quedarse con la competencia que se corre en Argentina y Chile.
La escudería reina del Dakar en las últimas siete versiones, Mitsubishi, está al borde de resignar su dominio en autos, pese a los esfuerzos del español Nani Roma por acortar distancias con los líderes, todos de Volkswagen.
"Nada está zanjado en una carrera como ésta, seguimos teniendo opciones. Aunque estamos lejos", arengó el piloto, pese a los 58 minutos que lo separan del líder de la categoría, su compatriota Carlos Sainz.
Tras el abandono en Argentina del nueve veces campeón francés del Rally, Stephane Peterhansel, la firma nipona dispone de pocas cartas para dar vuelta la competencia.
Mitsubishi tenía todo para ganar, pero sólo le queda un coche en competencia, de los cuatro oficiales que partieron en Buenos Aires el 3 de enero.
Tres de sus cuatro ases eran ex ganadores de la prueba reina del rally. Además de Peterhansel, Mitsubishi contaba con el también francés Luc Alphand, vencedor en 2006, y el japonés Hiroshi Masuoka, campeón en 2002 y 2003. Todos abandonaron.
El único superviviente, el español Roma, campeón en motos, tiene razón en algo: la carrera no acabó. Pero los tres pilotos Volkswagen que lo anteceden, Sainz, Mark Miller y Giniel de Villiers, le sacan un mínimo de 36 minutos de ventaja.
La clave en el actual dominio de Volkswagen, que no gana un Dakar desde 1980, está en su auto, en contraste con Mitsubishi, que estrenó un motor diesel que requiere ajustes a la luz de los resultados.
El Volkswagen Race Touareg 2 posee 280 caballos de fuerza y una cilindrada de 2.500 centímetros cúbicos que le permiten alcanzar hasta 190 kilómetros por hora, pese a sus 1.787 kilos.
Pero la gran novedad es que dispone de un aire acondicionado que puede funcionar en las condiciones extremas del Dakar y ésa puede ser una ventaja inconmensurable cuando se cruzan desiertos.
Cada día los técnicos alemanes revisan pieza a pieza los bólidos de su escudería. Prácticamente los desarman por completo en más de cinco horas de trabajo en los campamentos móviles de la competencia.
Kriss Nissen, uno de los directores de la marca, no observa quejas entre su gente, pese al esfuerzo. Según él, todo es más fácil cuando se gana.
Si el desierto de Atacama en Chile no trae un descalabro para Volkswagen, las últimas etapas del Rally Dakar en Argentina deberían ser un paseo, con trazados que favorecen la velocidad, su fortaleza.
Pero hasta ahora nadie quiere cantar victoria. Los más de 210 coches que ya abandonaron la prueba y los tres muertos del certamen son el testimonio que la prueba no acepta ilusiones.
El único superviviente, el español Roma, campeón en motos, tiene razón en algo: la carrera no acabó. Pero los tres pilotos Volkswagen que lo anteceden, Sainz, Mark Miller y Giniel de Villiers, le sacan un mínimo de 36 minutos de ventaja.
La clave en el actual dominio de Volkswagen, que no gana un Dakar desde 1980, está en su auto, en contraste con Mitsubishi, que estrenó un motor diesel que requiere ajustes a la luz de los resultados.
El Volkswagen Race Touareg 2 posee 280 caballos de fuerza y una cilindrada de 2.500 centímetros cúbicos que le permiten alcanzar hasta 190 kilómetros por hora, pese a sus 1.787 kilos.
Pero la gran novedad es que dispone de un aire acondicionado que puede funcionar en las condiciones extremas del Dakar y ésa puede ser una ventaja inconmensurable cuando se cruzan desiertos.
Cada día los técnicos alemanes revisan pieza a pieza los bólidos de su escudería. Prácticamente los desarman por completo en más de cinco horas de trabajo en los campamentos móviles de la competencia.
Kriss Nissen, uno de los directores de la marca, no observa quejas entre su gente, pese al esfuerzo. Según él, todo es más fácil cuando se gana.
Si el desierto de Atacama en Chile no trae un descalabro para Volkswagen, las últimas etapas del Rally Dakar en Argentina deberían ser un paseo, con trazados que favorecen la velocidad, su fortaleza.
Pero hasta ahora nadie quiere cantar victoria. Los más de 210 coches que ya abandonaron la prueba y los tres muertos del certamen son el testimonio que la prueba no acepta ilusiones.