Tildadas siempre de conservadoras, tranquilas y apocadas, son contadas las veces en que puede verse a las mendocinas realmente zafadas y totalmente desbocadas. Estos son algunos de los calificativos que les caben a las que se dieron cita el pasado fin de semana en el Auditorio Ángel Bustelo, donde desembarcaron Luciano Castro, Mariano Martínez y Gonzalo Heredia junto a algunos de sus compañeros de la telenovela Valientes, que arrasó en el rating el año pasado.
![]() Cristina Sánchez recibió a los actores en
el Sheraton Hotel. |
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Lo cierto es que se trata de una casi improvisada sucesión de gags (bastante sobreactuados) pero a nadie le importa. Digámoslo sin pelos en la lengua: La verdad es que el 95 % era un enardecido público femenino que sólo quería ver a los galancitos del momento en cueros. ¿Las pruebas? La escena más victoreada es aquella en que Luciano Castro, Mariano Martínez y Gonzalo Heredia se cambian de ropa, quedando los tres frente al closet, sólo vestidos con un ajustado boxer ¡El auditorio casi se viene abajo!-.
Desatadas. El delirio de las mendocinas fue sorprendente. Desde que las luces del Bustelo se apagaron, los ensordecedores gritos y alaridos no cesaron. Es que no es enamoramiento, lo que producen estos chicos es pasión, una cuestión física sexo animal!!!, dijo una de las espectadoras que no quiso decir su nombre.
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Féminas de todas las edades, muñidas cada una con su cámara de fotos, no tuvieron empacho a la hora de gritar los piropos y las frases más lanzadas. Tal es así que los actores debieron batallar contra la tentación y los ataques de risa que continuamente producían los ocurrentes comentarios que llegaban desde las butacas.
No nos importa nada. MDZ eligió 25 mujeres al azar conforme iban saliendo del Ángel Bustelo al término de la presentación y les preguntó algunos detalles de la obra. Sólo cuatro pudieron responder las cinco sencillas preguntas (Los colores de la ropa con que estaba vestido Huevo, o el nombre del personaje de Sabrina Rojas, por ejemplo). Disculpame, pero realmente salgo extasiada. No sé cómo voy a mirar a mi marido al llegar a casa, me moriré de tristeza, confesó una sincera madre que había concurrido con sus dos hijas adolescentes.