Pudo haber llegado a este partido con más tranquilidad, pero tres derrotas consecutivas llevaron al Expreso a casi una final ante River. Era ganar y gozar, o sufrir en la última fecha en Rosario. Eso no pasará porque Borghello se puso el traje de goleador, y la pelota que en otros partidos iba afuera esta tarde se metió casi pidiendo permiso por el arco de Vega para que el Malvinas explotara.
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Fue una final, y el equipo de Cocca la jugó como tal. Lejos del brillo de otras tardes, el Expreso fue una máquina de correr, meter, dejar el alma en la cancha, con Olmedo como abanderado.
River fue el mismo River de las últimas temporadas. Sin ideas ni jugadores capaces de ponerse el equipo al hombro en la adversidad, el conjunto de Gorosito sólo atinó a buscar a Fabbiani para que bancara alguna, pero esta vez la defensa de Godoy Cruz no tuvo dudas en el partido que no debía fallar, y cuidó como nunca el cero en el arco de Ibáñez.
Cuando había pasado poco en el partido, a los nueve minutos, Figueroa asistió magistralmente a Borghello, y el Memo de zurda hizo el gol que otras tantas veces se le había negado.
Después fue todo lucha, algo de pierna fuerte y poco de fútbol. Lo único que mostró River en ese primer tiempo fueron los intentos de Ferrari por la derecha, y nada más.
Los primeros diez minutos de la segunda etapa mostraron lo mejor de Godoy Cruz, que se pareció a aquel equipo que cosechaba elogios en todo el país. Caruso volvió a desequilibrar, y el Tomba tuvo al menos tres chances para estirar el marcador. Pero el travesaño y la mala puntería se lo impidieron.
Después volvieron los nervios y la tensión, y el encuentro se luchó más que jugarse. Godoy Cruz se cerró atrás, sus defensores sacaban todo lo que pasaba por el área, Olmedo seguía corriendo, acompañado por el incansable Aguirre y Rojas, y el tiempo pasaba.
La gente hizo lo suyo, y apoyó con sus gritos al equipo cuando River parecía venirse. Pero fue sólo un espejismo, porque el Millo nunca inquietó a Ibáñez.
Así llegó el final, tras ese remate de Fabbiani que tras un rebote contuvo el uno mendocino. Bassi no miraba el reloj y el festejo se demoraba. Pero cuando el árbitro señaló el centro del campo, el Malvinas enloqueció. Jugadores e hinchada se trenzaron en un emocionante festejo, y no era para menos. Godoy Cruz logró el objetivo de mantenerse en Primera, y Mendoza volverá a gozar otro año más con el fútbol grande.