COVID-19

Los desafíos que China deberá afrontar para cambiar su imagen al mundo

El gigante asiático se enfrenta a una inédita crisis de desprestigio internacional por su manejo frente a la pandemia de coronavirus.

Redacción MDZ
Redacción MDZ domingo, 19 de abril de 2020 · 11:15 hs
Los desafíos que China deberá afrontar para cambiar su imagen al mundo

Mientras intenta recuperarse luego de meses de desolación por la pandemia de coronavirus, China afronta grandes desafíos de cara a los próximos meses e incluso años ante el desprestigio que sufrió frente al mundo, por la falta de transparencia en la información y los desórdenes en materia de sanidad que causaron la expansión del virus SARS-Cov-2 en todo el planeta y que dejó hasta ahora más de 160.000 muertes y  2,4 millones de infectados confirmados.

La superpotencia asiática ha prácticamente dilapidado su posición en el tablero político internacional a raíz de las acusaciones de Occidente por su mal manejo de la crisis de la COVID-19 a fines del año pasado y principios del corriente, que incluyó el ocultamiento sobre el comportamiento del virus en ese país, el silenciamiento y desaparición de médicos y científicos chinos y el aún no aclarado origen de la enfermedad, sumado al tardío reconocimiento del mayor número de muertes por coronavirus y la polémica con la Organización Mundial de la Salud (OMS) que llevó al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a cortar la asistencia económica al organismo internacional.

Pero la complicada situación de China no nace con la explosión de la COVID-19 en Wuhan, epicentro inicial de la enfermedad, sino algunos meses antes, según una columna del periodista Laureano Pérez Izquierdo publicada hoy en Infobae. El descrédito del régimen comunista liderado por Xi Jinping se remonta a las protestas en Hong Kong durante el verano boreal del 2019, cuando miles de personas salieron a las calles de ese poderoso enclave para reclamar por los atropellos a la ya de por sí limitada libertad que gozan los hongkoneses desde que dejaron de ser una colonia británica en 1999.

En ese sentido, los abusos cometidos por el aparato estatal del Partido Comunista Chino (PCCh), abierto a las bondades del capitalismo más salvaje pero con los antiquísimos sistemas represivos diseñados por Mao Zedong hace setenta años, no deberían constituir una novedad ni ser ajenos a los atentos ojos de cualquier político que eleve las banderas de la democracia en Occidente.

La transparencia en el gobierno será clave en el futuro próximo para que China vuelva a ser considerada en el escenario internacional, especialmente por Estados Unidos y Europa que ya se encaminan a replantear sus relaciones con el gigante asiático. Su decidida falta de reacción y de solidaridad con el resto de los países desde un comienzo marcan a las claras la intencionalidad de intentar soslayar lo que terminó siendo una pandemia mortal para vidas humanas y para el motor productivo.

Pero además, China deberá someterse a investigaciones internacionales transparentes que permitan saber qué fue lo que ocurrió en Wuhan y cuál fue el origen y el grado de negligencia de las autoridades tanto locales como nacionales. Australia ya levantó la voz y pidió una pesquisa independiente y sin la presencia de la OMS. Incluso aliados confiables para el régimen como Rusia, Pakistán e Irán cuestionaron severamente sus manejos y será difícil para ellos dar vuelta la página sencillamente.

De todos modos, una arista fundamental en la recuperación de China será la libertad de prensa y de expresión, aspecto que el régimen comunista chino siempre intentó desterrar. La ausencia absoluta de medios independientes que no sean auscultados por el PCCh (salvo contados casos en Hong Kong) deberá ser revisada. ¿Cómo confiar en una administración centralizada que digita hasta el más mínimo detalle qué tiene que conocer la población y en qué momento?

Otra cuestión ya puesta en el tapete aunque no es desconocida por los analistas y gobiernos internacionales es la baja calidad en los derechos laborales en China, la cual no ha sido lo suficientemente denunciada. Occidente no puede mirar para otro lado si dice defender los derechos humanos más elementales. Allí, los trabajadores padecen los rigores del “capitalismo más salvaje” y la flexibilización a la que se someten provocaría rubor en otras latitudes.

Este último punto acompaña la creciente deslealtad comercial que puede verse en cada rincón del país oriental. Las falsificaciones de primeras marcas son una constante y un paseo por el gigantesco Mercado de Seda de la capital puede ser un ejemplo suficiente para demostrar la falta de control y auspicio que existe por parte de las autoridades. Algo de ello quedó evidenciado con el escándalo de Huawei, la principal operadora china de telefonía móvil que mantuvo fuertes enfrentamientos con gobiernos occidentales como Canadá y el Reino Unido, y siempre con el apoyo del gobierno de Xi Jinping.

Las libertades individuales y el derecho a protestar también tendrían que estar en los próximos intercambios diplomáticos, con los antecedentes de Tiananmen en 1989 y Hong Kong en 2019 como ejemplo de las demandas de amplios sectores de la población china. El dinero en efectivo con que Xi Jinping tienta a presidentes de países de bajos recursos no debería ser suficiente para acallar los reclamos por el respeto a los individuos, especialmente en los países de América Latina África que ven a la gran nación asiática como su salvadora.

El intelectual Chi Wang planteó el principal capital que perdió el régimen en las últimas semanas producto de las revelaciones que van viendo la luz después de tanto oscurantismo en relación a COVID-19. “A China le tomó décadas de progreso construir una fe significativa dentro del sistema internacional que la elevó a la posición de la superpotencia número 2 del mundo”, señala el académico chino. Concluye: “Xi puede tratar de controlar la respuesta de su pueblo a su ineptitud a través de la propaganda y la censura, pero el resto del mundo no lo olvidará tan fácilmente. Necesitará un nuevo enfoque, y mejores asesores, para ayudar a reconstruir la confianza que se ha perdido”.

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