La Rioja

Barro de santidad: la beatificación de los mártires riojanos en 10'

Un teólogo mendocino cuenta la emotiva experiencia de haber participado de la beatificación de Enrique Angelelli, "el obispo de los pobres" y de otros tres mártires asesinados por la última dictadura. El histórico evento tuvo lugar en La Rioja, presidido por el enviado especial del Papa Francisco, el cardenal italiano Angelo Becciu.

domingo, 12 de mayo de 2019 · 10:45 hs

La piedra corrida del Sepulcro

Desde su muerte, la catedral riojana aloja en su interior los restos de Enrique Angelelli. Quizás pocos de los que peregrinaron en los días previos de la fiesta del sábado 27 de abril notaron que a espaldas de la renovada cripta se encontraba la piedra laja que selló durante décadas la tumba de monseñor. Me llamó la atención al verla que estaba completamente rayada. Era mar de pequeñas cruces.

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- Durante los años de silencio, comentó un lugareño que me vio sorprendido, cientos de anónimos que venían a pedir justicia por el querido obispo, estampaban el signo al concluir su oración. Y completó: - La costumbre se terminó cuando corrieron la piedra para hacer la exhumación. No la volvieron a poner más, debe ser porque ese día los clamores llegaron al cielo.

- ¿Y recuerda cuando sucedió eso? le pregunté –No tengo clara la fecha precisa, pero sé que fue en abril del 2009, me respondió, agregando además un dato que me causó estupor: fue 48 horas después del suicidio de Alfredo Marcó. Averigüe si le interesa, me dijo como para concluir.

Así lo hice, pero de regreso a Mendoza. Fue increíble enterarme que la famosa exhumación del cuerpo, esa que dejó para siempre la piedra del sepulcro corrida, se realizó un miércoles 22 de abril, exactamente 10 años antes de mi charla con ese ‘ángel’ desconocido. En la manoseada ‘causa Angelelli’, ese día marcó un punto de inflexión: con los datos de esa segunda autopsia pudo desterrarse la mentirosa hipótesis del accidente. Todo este proceso, en medio de un cambio de época, tanto por el rol del Estado en su determinación de impulsar los juicios, como por el compromiso de la Iglesia en su búsqueda de hallar la verdad. De hecho, la sentencia por delitos de lesa humanidad se resuelve en forma inapelable, tras un aporte fundamental que hace el Papa Francisco en plena etapa de alegatos, a días de concluir el juicio. Son cartas de puño y letra en pleno julio del 76’ - Me aconsejan que se lo diga, escribe Angelelli en una de las cartas desclasificadas que tiene como destinatario al nuncio Pio Laghi, nuevamente he sido amenazado de muerte. Para entonces, la diócesis riojana está intervenida, sus agentes de pastoral encarcelados o desaparecidos y él mismo…acorralado.

Está claro que la misma espiral que se cierra sobre el obispo, es la que al abrirse con los juicios, lo lanza a la santidad. No quiero exagerar pero creo que mientras el tribunal leía la sentencia, Francisco ya estaba firmando el decreto de martirio. Jugada maestra del obispo. Del obispo de Roma.

La fiesta de las Tiendas

Cuentan las escrituras que tras la huida de Egipto, la Tienda del Encuentro simbolizó para Israel la capacidad colectiva de sobrevivir en el desierto. En ese santuario móvil, que alojaba en su interior las Tablas de la Alianza, el pueblo actualizaba su liberación y renovaba las fuerzas en ese Dios que los alimentaba cada día. En tiempos de Jesús, la Fiesta de las Tiendas (Sucot) pasó a ser la gran festividad nacional que recuperaba estas memorias de amor y liberación. Todo Israel, incluida la diáspora, peregrinaba a la Ciudad Santa para vivir durante una semana como en los tiempos del desierto: en chozas. Aunque se cerraba de forma solemne en las instalaciones del gran Templo de Jerusalén, el pueblo vivía toda semana con muchísima alegría, sin grandes mediaciones y a un ritmo propio.

  1. El diario El Sol, creado en la década de los setenta por la aristocracia local casi con el único objetivo de difamar la pastoral de Angelelli, utilizó los datos de la primer autopsia, plagada de irregularidades, para dejar estampado para siempre su nivel de complicidad: Murió Angelelli en un accidente, titulo el matutino a escasas horas de la muerte. Mientras, el diario cooperativo El Independiente, ya se encontraba intervenido desde el mismo 24 de marzo por un capitán del Ejercito de apellido Marcó, Alfredo Marcó. Este militar de rango era el mismo que interrogaba en las sesiones de tortura y el mismo que según consta en CONADEP, anunció un mes antes la muerte del querido obispo por ser ‘el ideólogo de la guerrilla marxista’. 

Creo que en el mismo espíritu de estas fiestas, se celebró la previa de la beatificación. Las 4 carpas del encuentro, una por cada mártir, marcaron durante una semana el ritmo de la plaza central. Quienes pasamos por allí, gente de todos los colores y edades, pudimos escuchar la palabra de quienes ‘planificaron’ la salida de Egipto, cruzaron el Mar Rojo y caminaron el desierto bajo el liderazgo de Moisés. Fue común escuchar en esos días: nuestra vida fue un antes y después de Angelelli. Personalmente, percibí que para toda esa generación de testigos, pasar por La Rioja fue sumergirse en un Ganges de liberación.

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Fue un acierto de la comisión organizadora habilitar las carpas y dar total libertad para el debate. Las memorias del pasado y los desafíos del presente, se fueron tejiendo desde una mística latinoamericana que bien sabe de transformar luchas en sacramentos. El último conversatorio, que trató sobre el movimiento rural de ayer y de hoy, ilustra cabalmente lo vivido. Luego del compartir de ‘los viejos’ sobre la formación de las Ligas Agrarias y de escuchar también la articulación que se hizo con el movimiento de maestras rurales, campesinos del MOCASE y de APENOC actualizaron las luchas utilizando la imagen de la continuidad del surco abierto. Sentirnos parte de la raíz, esa fue otra de las parábolas redundantes.

El broche de oro lo puso la comunidad campesina de Chepes en la voz de una de sus mujeres, quien tomó la palabra y contó la experiencia de liberación por la que han transitado los últimos años al conformarse en cooperativas. - Fue un salto al vacío pero confiados, sobre todo en Wenceslao, relató Jacinta con un nudo en la garganta. Pasaron de estar solos con tres cabras a conformarse en cooperativa con más de 500 asociados acordando un precio justo para sus productos. Cada detalle de la historia fue un verdadero milagro, digno de los pobres de Jesús. Así estábamos, emocionados de escuchar la historia, cuando irrumpió la voz del querido padre Gonzalo al grito de - ¡Wenceslao Pedernera, patrono del movimiento campesino! De repente se detuvo el tiempo. Puesta de pie, la carpa entera comenzó a aplaudir, sin parar, asintiendo en un silencio profundo. La imagen final fue emocionante: la compañera de Wences, Coca, bastón en mano, abrazada a sus hijas, llorando. Y el resto de los allí presentes, fundidos con ellas en el gran poder de los abrazos.

Nadie tuvo dudas que esa tarde, la lucha por la tierra encontró un nuevo Capitán de equipo.

La piedra angular

El martirio, está en corazón del cristianismo. Es dimensión fundamental de una fe con fuerte compromiso histórico, que como en el caso de Jesús, aunque no se busca, una vez que llega se abraza. Hay un hilo invisible que une la noche de Getsemaní con Sañogasta, Punta de los Llanos y Chamical. Jesús y los 4 mártires riojanos bien podrían fundirse en la frase de Monseñor Romero -¡San Romero de América!- días antes de su muerte: ‘Si me matan resucitaré en el pueblo salvadoreño’. El martirio, es un desespero fiel, de angustia y fecundidad. Sobre todo de esto último.

Bien lo expresó el Cardenal Angelo Becciu en la celebración central al reafirmar el legado que queda en nuestro pueblo con semejante testimonio colectivo. Lo que sucedió en el predio fue inolvidable. No sé cuantos entendieron en profundidad aquello que estaba aconteciendo, lo que sí puedo dar fe, es que vi llorar a una generación entera de testigos. En la santidad de los 4 riojanos, la ‘Iglesia institucional’ estaba marcando una senda, revisando su propia responsabilidad en la historia y dando un salto hacia adelante. Más importante todavía: se estaba haciendo cargo de sus hijos, quizás, de los mejores. Por fin.

Vale para esta buena noticia -¡para este evangelio!- una memoria sentida de aquel grito de Pedro y Juan a los miembros del poder judío que los persigue y encarcela por ser los líderes del movimiento: - Al que ustedes crucificaron, Dios lo resucitó. La piedra desechada por los constructores es para nosotros la piedra angular.

Que precioso resonar con esta frase, pensando en historia de nuestra propia iglesia argentina y en los 4 mártires como roca de una urgente refundación.

ZurDios de mierda

La beatificación de los mártires se da en un momento crucial de la Argentina, bajo la conducción de un gobierno nacional de fuerte sesgo negacionista y muy comprometido con los agentes del poder que ayer nomás, aplicaron el genocidio. En muchos casos, están directamente vinculados.

Esto no sería nada quizás, digamos, si hoy el gobierno del Cambio tuviera una clara política en favor de los más desposeídos. Pero ni eso. Los índices, son alarmantes: muy bien lo expresan los datos que salieron en los días mismos de la beatificación: en solo tres años, la brecha entre ricos y pobres creció un 33%. Dura contracara del eslogan "Pobreza Cero", premio al cinismo del año. No es "el bolsillo" el que se achica, en palabras del Jefe de Gabinete. Es un pueblo entero que sufre, son vidas concretas que se mueren.

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En este contexto, la santidad de Angelelli es una cachetada de coherencia: por la sencillez de su vida y por la profundidad de su proyecto ¿Me pregunto qué haría hoy si asumiera como obispo? Se me viene al instante Angelelli con su escudo episcopal, el día mismo de su asunción en pleno año 68’, con ese lema grabado que lo guiaría hasta su muerte: Justicia y Paz. Cierro los ojos y lo veo en nuestra Argentina actual, con su escudo de Techo, Tierra y Trabajo, cantando por las calles ‘hay que seguir andando´ y susurrando al oído de su gente ‘no prediquemos la resignación, ¡cambiemos de una vez al cambio!’

Quiero cerrar con una anécdota ‘de color’: en los primeros días de julio del 76’, Angelelli regresa a la ciudad capital de un viaje en las tantas comunidades pobres del interior, lo hace en su camionetita de siempre. Al pasar por la zona boscosa de los llanos, conocida por la explotación maderera, se cruza en la ruta con cortejo fúnebre que lleva a muerto en una carretilla. El cuerpo pertenece a un trabajador muy joven que ha muerto de Chagas. Con el corazón partido por la escena que contempla, el obispo para el auto y pregunta hacia donde lo llevan. - Vamos a enterrarlo Monseñor, al cementerio. – ¿Es que acaso no tienen ataúd, justamente ustedes que trabajan para las madereras? les replica. Es ese el momento en donde todos agachan la cabeza y avergonzados, le confían que no tienen dinero para hacerlo. El que agacha la cabeza ahora es el obispo, quien les dice con lagrimas en los ojos: ‘vamos juntos, yo los acompaño’. Es domingo, bien temprano.

A su regreso y ya en la misa dominical Angelelli comparte el episodio a los fieles y lleno de dolor cuestiona la injusticia de saber que mientras las mejores maderas de la Rioja se exportan a Europa, los propios hacheros riojanos no tienen ni para el cajón de su propio compañero muerto. Angustiado, el obispo se descarga - ¡Que descaro con los propios hermanos, debería avergonzarnos tanto nivel de pecado!

En primera fila de la catedral, escuchando y controlando, se encontraban militares de alto rango. Uno de ellos, enemigo público del obispo, se levanta y dice: - Señor Obispo hemos venido a escuchar la santa misa y no a escuchar discursos políticos. Lejos de amedrentarse, Angelelli lo corrije - ¡Si usted cree eso entonces no es cristiano!- y lo expulsa -váyase de aquí por favor-. La escena final es toda la cúpula militar retirándose con su familia.

A la semana de esos hechos matan a Carlos y a Gabriel, a la semana siguiente a Wenceslao. El 4 de agosto, le toca al propio Pelado.

Cuentan testigos, que el mismo día del ‘accidente’, aquellos que estaban en la misa del altercado, brindaron con champagne en las instalaciones del diario El Sol por la muerte Satanelli, tal como le decían ellos al obispo rojo, al zurdo de mierda comunista.

También cuentan los diarios que hasta días antes de la beatificación, nadie del gobierno nacional quería hacerse presente. Quizás tenía miedo que Angelelli los echaran del templo.

Por suerte, hay santidades que todavía son signo de contradicción. Los 4 mártires dan cuenta de ello.

A Dios gracias por ese Hijo que hace dos mil años abrió primero el surco.

Es bueno volver al origen de nuestra fe para recordar siempre que la santidad de nuestro hermano Jesús, se forjó en la mierda del pesebre.

  1. El diario El Sol, creado en la década de los setenta por la aristocracia local casi con el único objetivo de difamar la pastoral de Angelelli, utilizó los datos de la primer autopsia, plagada de irregularidades, para dejar estampado para siempre su nivel de complicidad: Murió Angelelli en un accidente, titulo el matutino a escasas horas de la muerte. Mientras, el diario cooperativo El Independiente, ya se encontraba intervenido desde el mismo 24 de marzo por un capitán del Ejercito de apellido Marcó, Alfredo Marcó. Este militar de rango era el mismo que interrogaba en las sesiones de tortura y el mismo que según consta en CONADEP, anunció un mes antes la muerte del querido obispo por ser ‘el ideólogo de la guerrilla marxista’.

  • Esto no lo digo yo, lo dicen ellos mismos no solo a través de sus decisiones políticas sino, directamente, cuando se les regala el micrófono y se desbocan. Comenzando por el presidente y siguiendo, por citar uno, con el propio secretario de DDHH.