Religión y política

Las 10 claves del papa Francisco sobre la participación en política

“El miedo es el origen de la esclavitud… Es también el origen de toda dictadura, porque sobre el miedo del pueblo crece la violencia de los dictadores”, papa Francisco (homilía, 15 de febrero de 2019).

miércoles, 10 de abril de 2019 · 16:08 hs

La mala política alimenta el cansancio en la gente que la ve engordar de corrupción, de avaricia, de injusticia social. Un mal que se nutre del miedo a la diversidad, desgaste físico y moral, desazón e impotencia y, en definitiva, exclusión de los más vulnerables y débiles, confinados a quedarse en silencio durante la toma de las decisiones.

Es necesario trabajar por una primavera de la política para salir de la insatisfacción, del fracaso que promueve la corrupción. Pues, en un plano espiritual y concreto: “El cansancio es selectivo: siempre nos hace ver lo malo del momento que estamos viviendo y olvidar las cosas buenas que hemos recibido” (Misa en la capilla de Casa Santa Marta, 09.04. 2019).

Francisco deposita su esperanza en los jóvenes, en los pobres, organizados en movimientos populares y en las mujeres para construir un mundo más solidario y equitativo.

Diez claves del Papa para entender la política y participar en ella:

  1. La política también es caridad. Frente a un mundo tan lleno de violencia y egoísmo, el Papa invita a los jóvenes a no “encerrarse en pequeños grupos”, olvidando que “la vocación laical es ante todo la caridad en la familia, la caridad social y la caridad política” Exhortación apostólica postsinodal, Cristo vive, n.168.
  2.  Hacer caridad sin buscar la propaganda. Debido a que la política “es una de las formas más preciosas de la caridad“, porque busca el bien común e ilumina las “relaciones sociales, económicas y políticas” (Evangelii Gaudium 205), además de superar el proselitismo y la propaganda.
  3.  Levadura de la política. Se trata de que los católicos sean esa pequeña “levadura de las bienaventuranzas y el amor fraterno” en cada sociedad y “suscitar transformación, estupor y compasión” (Catedral de Rabat, 31.03.2019. “Ser levadura de valores” especialmente en el ámbito de la cultura y de la política. Y así juntos, poder renovar el entusiasmo del pueblo a través de la entrega en causas desinteresadas y que toquen la vida de los miembros de la comunidad.
  4.  Ensuciarse las manos. “Hoy hacen falta profetas de esperanza“, que no tengan “miedo de ensuciarse las manos” (Audiencia Fundación Giorgio La Pira 23.11.2019). Una invitación para que hombres y mujeres busquen el diálogo en la política, a la manera de Jesús, “con un amor ferviente y desinteresado, sin cálculos y sin límites, respetando la libertad de las personas”, parafraseando a Francisco.
  5. No ser insignificantes. En las sociedades secularizadas, cada vez más resulta que el voto católico se muestra fragmentado y pierde influencia. A esto, “el problema no es ser pocos, sino ser insignificantes, convertirse en una sal que ya no tiene sabor de Evangelio, o en una luz que ya no ilumina (cf. Mt 5,13-15)”. Palabras del Papa que tuvieron eco delante a la pequeña comunidad de católicos en Marruecos, que a pesar de ser una minoría (25.000 fieles) en el país musulmán de 35 millones de personas, son apreciados por las autoridades civiles y religiosas por su importante contribución social y cultural.
  6. No ser recluta de partido. Se trata de entablar un diálogo por fidelidad a la propia fe, es decir, movidos por el amor. “Ser católico en la política no significa ser un recluta de algún grupo, una organización o partido, sino vivir dentro de una amistad, dentro de una comunidad”.(Audiencia Pontificia Comisión para América Latina 04.03.2019).
  7. No a los partidos políticos católicos. En este sentido, considera que los partidos políticos católicos no son el camino, por el contrario, según su opinión, representan una forma de “aburrida melodía monocorde aparentemente correcta pero homogenizadora y neutralizante –y de por añadidura– quieta” (Audiencia Pontificia Comisión para América Latina 04.03.2019).
  8. Sí a los católicos en política. Asimismo, es necesaria la presencia de católicos en política pero, esto no implica un ‘maquillaje’ con rostros nuevos en las campañas electorales, sino de métodos originales para hacer política con un estilo crítico y constructivo (Audiencia Pontificia Comisión para América Latina 04.03.2019).  Una política que se convierte en práctica del diálogo en nombre de la fraternidad humana que abraza a todos los hombres, los une y los hace iguales, lejos de la injusticia de una economía que mata, del sistema de ganancia insaciable y de las ideologías que siembran odio, violencia y división.
  9. Mujeres y minorías en la política. Francisco quiere más mujeres en política, jóvenes comprometidos que no se pensionen a 20 o 30 años pegados al sofá, sino implicados en la cosa pública, y que se abra espacio para los pobres y las minorías (indigenas, migrantes, cartoneros, etc). Tampoco es una moda, ni un capricho piadoso, que el Papa pida respetar y escuchar, por ejemplo, a los indígenas que tienen una voz autorizada, pero silenciada por las sociedades tecnológicas e industriales: Ellos “ayudan a proteger cerca del 80% de la biodiversidad” del Planeta, advirtió en la convocatoria del Sínodo Panamazónico de octubre 2019. En un panorama de frágiles democracias, el Pontífice quiere alternativas y, en este sentido, ha apoyado a los movimientos populares que expresan la vitalidad, la historia y las luchas más auténticas de las comunidades excluidas y marginadas.
  10.  Pecadores sí, corruptos no. Entretanto, la corrupción, como en cualquier sistema mafioso, se alimenta del silencio de los inocentes y posiblemente, es lo que causa mayor injusticia. Por eso, la corrupción busca dejar en la periferia de las decisiones a las comunidades. La corrupción no se combate con el silencio, como indica el papa Francisco: “Debemos hablar de ella, denunciar sus males, comprenderla para poder mostrar la voluntad de hacer valer la misericordia sobre la mezquindad, la belleza sobre la nada”.

Por ende, hay que pelear (no entre nosotros, sino contra esa perversión) para estar en el centro de las decisiones, junto a nuestras comunidades, porque el mal no vencerá, si los honestos gritan sus horrores.

Y no dejar que otros decidan, sino implicarse con la esperanza y el entusiasmo necesario para que haya plenitud a nivel social. De ahí su visión inclusiva y sencilla: trabajo, techo y tierra, como derechos sagrados a los que toda forma de política debería aspirar.