Datos: el pesimismo gana lugar en Brasil

Un 72% de los brasileños se declara insatisfecho con el panorama del país enfrente del 55% de la primavera de 2013, unas semanas antes del estallido en junio de la oleada de manifestaciones populares, y del 49% de 2010. Mientras hace cuatro años un 50% decía aprobar la marcha de Brasil, ahora lo hacen solo un 26%. “En 2010 los brasileños estaban divididos en su estado de ánimo pero, de entre 22 países, era el segundo más satisfecho tras China”, subrayó Juliana Menasce, investigadora de Pew, en la presentación del informe que reveló esos datos en Washington, según informó El País.
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Según es apublicación, hace cuatros años la economía brasileña crecía a velocidad de crucero (+7,5%) mientras los países avanzados aún se recuperaban incipientemente de la crisis de 2008. Las naciones emergentes eran elogiadas y pedían tener más voz. Según el análisis de El País, en un país en el que el fútbol es casi una religión, la celebración del Mundial era percibida, con “euforia nacional”, como el mejor escaparate para mostrar al mundo ese cambio de paradigma. Pero en cuatro años la ilusión y los sueños de grandeza se han evaporado.
Sobran los motivos
Los motivos de esta extendida desazón son principalmente el alza de los precios por la inflación -un problema para el 85% de los brasileños-, la violencia y la atención sanitaria -ambas en el 83%-; y la corrupción (78%). Son preocupaciones habituales en los últimos años, pero la novedad ahora radica en la extendida frustración con el rumbo de la mayor democracia de América Latina.
La desconfianza en la economía y las instituciones así lo atestigua. Apenas un 32% cree que la economía goza de buena salud, frente al 59% de hace un año. Mientras, solo un 47% opina que el Gobierno ejerce una influencia positiva sobre el desarrollo del país en comparación con el 75% de 2010. El convencimiento de que Brasil, actualmente la séptima economía mundial y el quinto país más populoso, será una gran potencia también se ve mermado.
El sondeo
El sondeo, realizado en abril, revela un viraje drástico del estado de ánimo de los brasileños desde 2010, coincidente con el frenazo del crecimiento económico pero, a su vez, con la continuada reducción de las tasas de pobreza y la ampliación de la clase media. Puede leerse en forma completa haciendo clic aquí.

