FARC: cuando meterse en Colombia no era para extranjeros

A pesar de los drásticos cambios sucedidos en tan poco tiempo en torno a las FARC, no puede decirse que ya es seguro viajar a la Colombia profunda siendo extranjero, y por ende "pudiente". Sí se puede arriesgar que al menos no será tan peligroso toparse con un comando guerrillero hoy que hace doce años, cuando los secuestros estaban en su agenda diaria.
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Luego de las preguntas de rigor de "de donde viene" y "a dónde se dirige", el militar a cargo del extravagante búnker de las "fuerzas especiales" selló el pasaporte y lo entregó sin más trámite. Obviamente que esperaba la pregunta del millón, a lo que contestó sin exagerar la nota en lo más mínimo: "Es por la guerrilla. Aquí nomás operan las FARC, y te todas estas personas, si secuestran a alguien, va a ser a usted". Mi cabeza se debatía en un torbellino de ideas que no lograba conectar: "Pero si yo soy argentino, y además no tengo dinero..." traté de excusarme ante quien además, no serviría de nada, llegado el caso. "Ellos no lo saben en el momento -me respondió el militar- asi que pueden pasar un tiempo desde que lo secuestren hasta que averiguen si les sirve o no..."
Por si aquello no hubiera sido suficientemente perturbador, le comenté a mi compañero incidental de viaje lo ocurrido en el puesto y el joven, muy tranquilo, me dijo que no sólo no me habían exagerado, sino que además me aconsejaba que caminara con él cuando llegáramos al pueblo. El tema era que si bien la gente era "muy buena y muy amable", al caer la noche y no haber autoridad policial en San Lorenzo, las calles no serían tan seguras para un extranjero. para más datos, el muchacho también era soldado.
Los autobuses nos dejaron a las afueras del pueblo, entre un descampado y un barrio casi sin luz al fondo. Recorrimos juntos el camino hasta un hotel en medio de la única calle principal y a pesar de haber insistido en recompensarlo invitándole a tomar unas cervezas esa noche o cualquier otro día, nunca más volví a ver al soldado. San Lorenzo fue un buen lugar, con viajes en canoa por los manglares, incursión a la selva colombiana con machete incluído, y una oferta de una hectárea rasa, desmontada, cultivable y un palafito por la irrisoria suma de 14 dólares.
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De más está decir que ni por asomo tuvimos noticias de la guerrilla. Las FARC en esa zona eran patentes y más de una vez los militares del otro lado de las rías contaban de esporádicos enfrentamientos. A los secuestros, los ecuatorianos les atribuían el manejo del narcotráfico regional. Hoy, FARC no sólo se ha sentado negociar la paz con el gobierno de Colombia, sino que además nos sorprende con las declaraciones de uno de sus líderes, quien ha dicho que si los diálogos que principiaran en Venezuela y Cuba llegan a buen puerto, hasta podrían presentar candidato a presidente dentro de dos años.
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