Las bromas de Chávez y la tragicomedia argentina
Nace una estrella del "stand up", el presidente venezolano Hugo Chávez. Sus "bromas" al presidente brasileño Lula y la carcajada presidencial argentina, mientras expropia empresas para estatizarlas y la gente vive en medio de una tragedia.
La polémica desatada luego de que el presidente venezolano, Hugo Chávez, concretara la nacionalización de tres empresas del Grupo Techint y le asegurara a Luis Inacio “Lula” Da Silva que su política de estatizaciones no afectaría a las empresas brasileñas, para luego desmentirlo señalando que eso había sido dicho “en tono de broma”, no es un chiste.
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La intervención secundaria de nuestra presidenta, Cristina Fernández de Kirchner en la polémica, en tanto, evidencia que lo que se está exhibiendo a los ojos de la ciudadanía latinoamericana no es más que la edición de una tragicomedia de cine “Clase B”. Un “chirolismo” que exagera el rol de felpudo que tuvo nuestro país en los años ´90 frente a las exigencias estadounidenses del primero de los Bush.
La Argentina viene cumpliendo un rol de “reparto” en toda esta película. En esta comedia de consecuencias trágicas para las economías y las instituciones de los países participantes, Chávez hace chistes pesados y la Argentina aplaude. Todo esto, mientras Lula sigue dialogando semanalmente con Barack Obama sobre los temas más importantes no sólo de su país y de la región, sino del mundo.
De imponerse la moda de las bromas chavistas, habrá que tomar en ese tono otras situaciones trágicas a la hora de buscar una justificación para cosas terribles que están pasando o que han sucedido.
Ahora entendemos: también fueron chistes los anuncios de instalación en el país de 600 estaciones de servicio de PDVSA, el ingreso de las valijas con dinero sucio de Antonini Wilson, la anterior expropiación de la empresa argentina SIDOR o la compra de bonos argentinos por parte del gobierno venezolano aL 15 por ciento y su posterior venta, que generó un descalabro para nuestro país.
Además, habrá que imaginarse al propio Chávez llamando a Benjamín Netanyahu y decirle que los ataques antisemitas de sus bufones son un “chiste”, para luego lanzar una sonora risotada por cadena nacional.
O escuchar de su boca que la persecución a los opositores que buscan exilio en el exterior no es más que una broma para una especie de “Videomatch” globalizado. Y lo mismo con la represión de las marchas estudiantiles, o con la retención del pasaporte al escritor Mario Vargas Llosa o a su hijo Álvaro, entre otras cuestiones iguales o peores de “graciosas”.
¿Podemos imaginar a Obama diciéndole a los afganos que el último bombardeo fue no más que una chacota? ¿O desmintiéndose en torno a la eliminación de las prisiones clandestinas de Guantánamo? ¿A Israel explicando el “chiste” de bombardear algún rincón de Gaza? ¿O bien a Hamas, afirmando que, en realidad, sus "hombres - bomba se suicidan por divertisión? ¿A Fidel Castro riéndose mientras afirma que seguir hablando de "sacrificio o muerte" es una frase jocosa, que le gusta recordar 50 años después de la Revolución?
Hay una regla que conocemos todos y que viene al caso: cuando a un chiste hay que explicarlo, es porque no causa gracia. En el caso que nos toca analizar, además de carecer de humor resulta el desencadenante de situaciones bochornosas, absurdamente retardatarias y, además, trágicas para los pueblos del continente.
Como colofón, el gobierno argentino acepta, sin más, y todavía con las comisuras marcadas por la sonrisa, las diculpas de Chávez por su "broma". El mundo real, mientras esto ocurre, se sumerge en la tragedia de sobrevivir a una dirigencia de "stand up".
Además, habrá que imaginarse al propio Chávez llamando a Benjamín Netanyahu y decirle que los ataques antisemitas de sus bufones son un “chiste”, para luego lanzar una sonora risotada por cadena nacional.
O escuchar de su boca que la persecución a los opositores que buscan exilio en el exterior no es más que una broma para una especie de “Videomatch” globalizado. Y lo mismo con la represión de las marchas estudiantiles, o con la retención del pasaporte al escritor Mario Vargas Llosa o a su hijo Álvaro, entre otras cuestiones iguales o peores de “graciosas”.
¿Podemos imaginar a Obama diciéndole a los afganos que el último bombardeo fue no más que una chacota? ¿O desmintiéndose en torno a la eliminación de las prisiones clandestinas de Guantánamo? ¿A Israel explicando el “chiste” de bombardear algún rincón de Gaza? ¿O bien a Hamas, afirmando que, en realidad, sus "hombres - bomba se suicidan por divertisión? ¿A Fidel Castro riéndose mientras afirma que seguir hablando de "sacrificio o muerte" es una frase jocosa, que le gusta recordar 50 años después de la Revolución?
Hay una regla que conocemos todos y que viene al caso: cuando a un chiste hay que explicarlo, es porque no causa gracia. En el caso que nos toca analizar, además de carecer de humor resulta el desencadenante de situaciones bochornosas, absurdamente retardatarias y, además, trágicas para los pueblos del continente.
Como colofón, el gobierno argentino acepta, sin más, y todavía con las comisuras marcadas por la sonrisa, las diculpas de Chávez por su "broma". El mundo real, mientras esto ocurre, se sumerge en la tragedia de sobrevivir a una dirigencia de "stand up".
