Crítica

Un hueco: la eterna resaca de las bestias pueblerinas

Con un trío protagónico tan preciso como contundente y un minucioso trabajo de dirección, esta obra nos interna en la atmósfera de los inmutables rituales de un pueblo atravesado por la angustia.

viernes, 23 de agosto de 2019 · 21:33 hs

En un año muy complicado a nivel de coyuntura, que se ha cristalizado más que nunca en este convulsionado mes de agosto, la escena teatral mendocina está respondiendo con una contundente cantidad de estrenos; siempre ávida de búsquedas y dispuesta a resistir a todo embate. El viernes 2 de agosto debutó en El Living la obra Un hueco, escrita por Juan Pablo Gómez y dirigida por Agustín Daguerre, quien venía de integrar el elenco de La mentira, una puesta que también fue presentada fuera del ámbito de una sala convencional.

El encuentro de Daguerre con este material se produjo en 2011, mientras estudiaba teatro en Buenos Aires. Una de las primeras obras que vio una vez aterrizado en la gran ciudad, fue precisamente Un hueco. El impacto que le causó la propuesta, que en aquella oportunidad se ofrecía en un club de barrio, quedó dando vueltas en su mundo sensorial, hasta que durante esta temporada se propuso dirigirla en Mendoza, confiando también en un espacio ajeno al de un teatro; con el público ubicado muy cerca de los actores.

Como espectadores asistimos al recorte de un momento de angustia y tensión que atraviesan tres hombres tras la muerte de un amigo en común. El velorio, que se desarrolla puertas adentro de un desvencijado club, es el punto de partida para un tour de force dramático en el que no se atropellan diferentes sucesos y giros. La paulatina debacle de un trío de seres dolientes constituye el eje sobre el que gira esta experiencia dotada de una fuerte impronta sensorial.

Con un texto que permanece casi imperceptible, Un hueco apuesta de lleno a actuaciones con alto compromiso visceral. En este sentido, el gran triunfo de esta propuesta es el sólido nivel de los protagonistas (Marcelo Díaz, Darío Martínez y Cristian Di Carlo), que aportan interpretaciones tan precisas como contundentes, apoyados en el minucioso trabajo de dirección de Agustín Daguerre. Al tratarse de una obra propulsada específicamente desde la potencia actoral, el hecho de que ninguna pieza del elenco desentone resulta medular. Más allá de la lograda performance de cada integrante, la alquimia del trío en escena jamás queda sofocada por ningún tipo de batalla de egos.

Apelando pertinentemente al despojo, una larga banqueta y un locker metálico destartalado, constituyen el marco ambiental para que estos tres personajes se abracen, lloren, se interpelen y estallen. Solo uno de ellos ha logrado eyectarse de ese pueblo en el que han hundido sus existencias, pero el infierno ha permanecido latente para todos. Planteada como un recorrido por diferentes capas emocionales, que van de una desoladora vulnerabilidad a la catarsis más bestial, como espectadores tenemos la chance de internarnos en un abismo pueblerino, imaginando algunas de las calles, su bar y hasta el boliche donde repetidamente estos hombres se han emborrachado hasta el amanecer. Con un notable proceso de ensayos y elaboración, Un hueco es una de esas obras que pueden interpelar al público en mayor o menor medida, pero que indefectiblemente nos atraviesan como una experiencia física de la que resulta prácticamente imposible sustraerse.

Un hueco, la imperdible propuesta que se presenta en El Living

Un hueco

Próxima función: viernes 23 de agosto a las 22 en El Living

Autor: Juan Pablo Gómez  

Dirección: Agustín Daguerre

Con: Marcelo Díaz, Darío Martínez y Cristian Di Carlo 

Escenografía: Nico Tramontina

Fotos: Celina Peñaloza

Diseño: Fer Prado

Reservas y dirección por privado al 261680713.