Opinión

Los tres ingredientes fundamentales del rotundo éxito en el rating de Gran Hermano

Las notables mediciones que consigue el popular reality no solo están sustentadas en la probada eficacia de su formato, sino también en el rol que juegan otros dos componentes clave de este suceso de público.

Laureano Manson
Laureano Manson jueves, 16 de febrero de 2023 · 16:56 hs
Los tres ingredientes fundamentales del rotundo éxito en el rating de Gran Hermano
Gran Hermano, las claves de su gran éxito en la televisión abierta. Foto: Captura TV

En un panorama como el actual, en que la televisión abierta perdió desde hace por lo menos una década el protagonismo absoluto en la pantalla chica, se considera un éxito a todo programa que logre un promedio de 10 puntos de rating. En lucha directa con un amplio abanico de plataformas de streaming, los canales tradicionales de aire perdieron aquellas mediciones de 30 o 40 puntos que supieron conquistar en tiempos pasados. Sin embargo, el regreso de Gran Hermano (Telefe) demuestra que se puede duplicar la marca aspiracional de una decena de puntos, para ir por el objetivo de una gran audiencia.

El hecho de que las señales líderes todavía tengan el poder de generar un bombazo de rating, ratifica que aún hay público para hacer grandes mediciones, solo hay que sedudirlo con una infalible receta. En este sentido, Gran Hermano (Telefe) cuenta con tres ingredientes esenciales para alcanzar el fenomenal impacto que ha conseguido, logrando incluso cautivar a una audiencia joven, segmento que desde hace rato abandonó la televisión abierta para migrar hacia las plataformas.

Con un promedio de rating diario que habitualmente se ubica por encima de los 20 puntos, Gran Hermano transita sus instancias previas a la gran final, para la cual se espera una marca que se ubique por encima de los 30 puntos, número que en estos últimos tiempos solo han alcanzado en la TV de alcance general los partidos de la Selección argentina en el Mundial de Qatar.

Una iamgen de Gran Hermano, en una etapa en que la casa estaba poblada por un nutrido grupo de participantes. Foto: Captura TV.

El primer componente esencial en el éxito de Gran Hermano en el rating, tiene que ver con el morbo que impulsa su formato. La probada eficacia que tiene en el público masivo, esa vocación voyeurtista de espiar lo que sucede dentro de las paredes de una casa que reúne a un ecléctico grupo de participantes, no está a esta altura en discusión. En esta oportunidad, se suma que el formato en cuestión estuvo ausente en la televisón argentina durante varios años, aspecto que potencia la curiosidad de una nueva franja de espectadores, o de aquellos que quieren regresar a husmear lo que sucede en el popular reality. A esto se suma el tentador gancho de que el público es quien decide cuáles son los participantes que quedan fuera de juego, en un llamativo ejercicio que le otorga una doble entidad de mirón y partícipe anónimo.

En un análisis más cercano a lo que todos atravesamos recientemente durante la pandemia, se puede decir que probablemente haya hoy una mayor fascinación por urgar en lo que sucede en un grupo de personas en situación de aislamiento, ya sea como tácita revancha de aquel encierro que vivimos, o como nostálgica mirada a ese nido de 24 horas sin salida que para algunos resultó seductor.

El segundo condimento que en esta edición de Gran Hermano tiene una gran influencia en su gran performance de rating, tiene que ver con el preciso timing y oficio de un conductor como Santiago del Moro, quien logra prácticamente sacar agua de las piedras. Esta temporada del reality no se caracteriza por la brillantez de su casting, y para suplir ese desliz que pudo ser fatal, el anfitrión del programa sabe cómo lograr momentos de brillo en la interacción con unos participantes que cuentan con un limitado nivel de carisma y sagacidad. A diferencia de otras ediciones en las que hubo jugadores picantes, con planteos irreverentes, aquí lo que prima es un grupo condicionado por lo políticamente correcto y el sopor en su grado más extremo, representado claramente por el anodino integrante de la casa que aspira a coronarse como ganador, Marcos.

Santiago del Moro, una de las piezas claves en el éxito de Gran Hermano.

Por último pero no menos importante, el tercer ingrediente clave para que Gran Hermano arrase en el rating, está determinado por la pantalla que lo propulsa, que no es ni más ni menos que Telefe, el canal líder absoluto en las mediciones en los últimos años. Con una hábil estrategia que consiste en "regar" casi toda la programación de su grilla con contenidos del exitoso reality, la señal redobla el interés del público por su ciclo estrella. A su vez, con esta dinámica beneficia a magazines como los de Georgina Barbarossa y Verónica Lozano, que ven potenciados sus números al incluir material del programa más visto en el país.

Será cuestión de ver si la televisión abierta argentina vuelve a conseguir este año otro fenómeno en el rating como Gran Hermano. Si bien pareciera que la apuesta seguirá consistiendo en ir por formatos internacionales, este camino no siempre resulta exitoso, y allí están las pruebas del fracaso de la versión nacional de ¿Quién es la Máscara?, o bien de la incertidumbre sobre el nivel de adhesión que logre un flamante producto como The Challenge Argentina. 

En última instancia, luego de Gran Hermano haya demostrado que todavía hay público para lograr un gran éxito de rating en la televisión abierta, lo que resta por ver es cómo los grandes canales se las ingeniarán para hacer que esta renovada seducción no decaiga.

 

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