La China Suárez explicó cómo hace para dividirse entre sus hijos, su novio y su trabajo: "A veces, lloro de..."
Desde hace años que la China Suárez está acostumbrada a no parar ni un minuto. Si no está en una producción de fotos o en un estudio de grabación o evento, Eugenia hace malabares con las actividades de sus tres hijos, Rufina, Magnolia y Amancio.
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Cada uno de los chicos tiene horarios y necesidades distintas, de acuerdo a sus edades y rutinas, y si bien es claro que la actriz cuenta con mucha ayuda para que todo congenie, de todas maneras le demanda un enorme esfuerzo mantener todas las bolas en el aire sin que se le caiga ninguna.
De hecho, hace unas semanas la ex Casi Ángeles expresó ofuscada la evidente carga que no se reparte igual con Benjamín Vicuña, papá de sus hijos menores, al señalar en Twitter a los padres que "viajan por trabajo", justo cuando su ex estaba de vacaciones con su novia, Eli Sulichin.
Como si fuera poco, la artista disfruta de una intensa vida amorosa, en la que hoy el protagonista indiscutido es Rusherking. Enamoradísimos desde hace unos meses, los chicos vienen de pasar sus primeras vacaciones juntos en el Caribe mexicano e incluso planean alquilar un lugar propio para tener su espacio de intimidad.
Siempre impecable y preciosa, la China nunca parece estar agotada por los mil devenires cotidianos en sus publicaciones. Pero se sabe: las redes sólo muestran el lado lindo de la vida, la realidad dista de ello y ella misma se encargó de aclararlo en su cuenta de Instagram con una confesión.
Todo empezó cuando la ex ATAV le propuso a sus seguidores responder preguntas mientras dormía “a los pibes”. “¿Cómo hacés para criar esos hijos que están radiantes y a la vez trabajar, estar en las redes, tener novio, etc? Sos master”, quiso saber alguien, seguramente una usuaria, muy intrigada.

¿Y qué contestó Sangre Japonesa? Muy sincera, reconoció que tiene un plus de energía para hacer de todo. “Soy un terremoto, Literal, no paro y hago 40 cosas a la vez”, admitió la artista, que recién tiene 30 años. Y cerró con una confesión, porque no todo es perfecto, ni siquiera en su vida: “A veces, lloro de cansancio igual”.



