Adrián Otero: "Prefiero las etapas turbulentas a las mesetas aburridas"

“Blues de las 6 y 30”, “La flor más bella”, “Perro llorón”, “Montón de nada”, “Sopa de letras”, “Moscato, pizza y fainá” y “La bifurcada” son canciones que los argentinos conocen de memoria. Y que tienen a la voz de Adrián Otero como emblema indiscutible.
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-Hace 26 años que están con la banda tocando por todos lados, ¿todavía seguís sufriendo ciertas cosas?
-Siempre se sufre cada cosa adversa que a uno le sucede y, lógicamente, también se disfrutan las cosas positivas. Uno no deja de tener sentimientos.
-¿Siguen poniéndose nerviosos antes de actuar?
-Si. Son muchas las cosas que pasan por tu cabeza antes de salir al escenario. Un show se trabaja intensamente porque tiene que salir todo bien y uno se da cuenta por la respuesta de la gente si hay una entrega total por parte de la banda.
-Suena hasta llamativo que un músico con tus años de escenario siga con esos nervios previos...
-Y con tantos shows encima. Nosotros tocamos todos los fines de semana en distintas partes del país. Conocemos toda la Argentina. En Mendoza, por ejemplo, hemos tocado en Alvear, San Carlos, Tupungato, San Rafael, Ciudad...
-Además, los años les han permitido unir varias generaciones.
-Vienen padres de 30 y tantos con sus hijos... Mirtha Legrand dice que el que cambia es el público no el artista.
-¿Y sentís que ustedes no cambiaron?
-Si, hemos cambiado pero tuvimos algo que no sé si llamarlo inteligencia o instinto de poner chicos jóvenes a nuestro lado y eso nos da un enfoque más juvenil de la cosa. Sabemos que cuando vas cumpliendo años más te cuesta juntarte a ensayar... Imaginate que “La bifurcada” ya la tenemos un poquito ensayada... Pero los chicos nos ponen las pilas para trabajar.
-Desde hace 26 años estás junto a Villanueva y Beiserman. ¿Qué son: amigos, socios, compañeros?
-Todo eso y más, porque nos podemos pelear y saber que nos vamos a amigar en 24 horas. El grupo es una especie de institución y está por sobre todo. Memphis tiene cimientos muy fuertes y nos interesa conservarlo de la mejor manera. Por eso, el grupo es mucho más importante que las individualidades. Nos complementamos muy bien. Y también somos socios.
-¿Cómo es eso?
-Conformamos una sociedad con otros intereses. Por ejemplo tenemos micros para giras, una línea propia de vino...
-¿Vino?
-Tenemos un malbec y un chenin que es de una bodega de San Rafael. Se llama “Memphis La Blusera, 25 años con el blues”. Está en los mercados mayoristas y es algo a lo que nos animamos... No tenemos la misma expectativa que con los discos pero es algo a lo que miramos con cariño.
-Quien conoce el mundo del rock argentino, sabe que si un músico recomienda un vino debe ser bueno...
-Esperemos que así sea... Una de las ideas de sacar este producto es porque tenemos una marca con 25 años y no hay muchas en el mercado.
-Mencionás a cada rato los años de la banda. Cuando mirás hacia atrás, ¿qué ves?
-De todo. Esta es una actividad donde se compromete mucho tu sentimiento, tu vocación, tus sueños, tus aspiraciones y donde también hay muchas turbulencias. Nosotros las pudimos sobrepasar con tranquilidad y lucha. En mi caso personal, prefiero las etapas turbulentas a las mesetas aburridas.
-El tiempo los fue haciendo mucho más conocidos...
-Llegando a estar en sectores muy populares que no precisamente tiene que ver con los rockeros y eso nos interesó siempre. Nosotros nunca dijimos que lo que hacíamos era rock and roll y punto; siempre tratamos de laburar, administrando nuestros recursos y nunca pertenecimos a ese circuito del “rock fashion”, ni en el lenguaje ni en la manera de vestirnos. Estamos en el lugar donde siempre quisimos estar.
-Una banda casi familiar...
-La verdad que si. Somos familieros, tradicionalista… te diría que casi conservadora.
-¿Mendoza les produce algo?
-Hemos hecho muchas cosas como desde tocar con la Orquesta Sinfónica hasta tener cuentas incobrables. Es un público que disfrutamos de la mejor manera.