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Ponete las gafas violetas

Si la historia fuese contada por mujeres, ésta no se parecería en nada a la narración oficial. En las distintas épocas, el género femenino rara vez pudo alzar la voz. Nunca tuvo el micrófono delante. Como dijo la socióloga italiana Silvia Federici en su visita a Mendoza, la historia de las mujeres no es una parte de la historia, es otra historia. Es la memoria escondida, disimulada y ocultada. Esa que nos pertenece y que debemos recuperar si queremos mirar hacia delante y construir un mundo equitativo que nos incluya. Para ello les propongo algo: pónganse las gafas violetas

domingo, 4 de agosto de 2019 · 09:00 hs

Las “Gafas violetas” es una expresión usada en el “Diario violeta de Carlota” libro de Gemma Lienas, como metáfora para referir a la toma de conciencia feminista. Esta forma de discernir el mundo inevitablemente cambiará la vida de cada una de las mujeres que se acercan a la perspectiva de género. Transformará sus pensamientos e individualidades y revolucionará su manera de estar en el mundo.

Puestas las gafas violetas, verán claramente que no hay razones naturales que justifiquen la desigualdad de poder entre varones y mujeres. La teoría feminista ha explicado esta inequidad a través de cuatro conceptos. Patriarcado, androcentrismo, género y sexismo. Concepciones que nos ayudarán a entender por qué es imprescindible la recuperación de los derechos que nos han sido arrebatados.

El patriarcado, que es la forma de organización política, económica y social en que vivimos, está basado en la idea de autoridad y liderazgo del varón. El predominio de hombres sobre mujeres, marido sobre la esposa, padre sobre la madre e hijas/os y de la línea de descendencia paterna sobre la materna. Se forjó mediante la toma de poder histórica por parte de los hombres quienes se apropiaron de la sexualidad de las mujeres y su reproducción y, se sigue perpetuando a través de mitos y religiones como la única estructura social posible.

El androcentrismo, ideología fundante del patriarcado, es la noción de que el varón es la medida de todas las cosas, es el representante de la humanidad y el ser neutro universal. A partir de esta idea, se desprende que la mujer es la diferencia, lo extraño, lo que hay que categorizar. Basta con hojear un libro de historia para constatar la existencia misma del androcentrismo. Rara vez hallaremos mujeres en sus páginas. La presencia de las mismas en titulares periodísticos sobre acontecimientos importantes es casi nula. La mirada androcéntrica también permeó a nuestros grandes filósofos. Si nos encontrásemos con San Agustín, éste nos diría que “La mujer es una fiera que no es firme ni estable.” Aristóteles, Rousseau y Pitágoras, entre otros, nos dejaron legados similares con sus plumas.

El sexismo es un mecanismo mediante el cual opera el sistema patriarcal en la vida cotidiana. A través de él se mantiene en situación de subordinación al género femenino con respecto al masculino. Se presenta en forma de chistes, descalificaciones y comentarios.

Más importante aún es la noción de género. La teoría feminista distingue el género del sexo ya que, una cosa es la genitalidad con la que una persona nace (sexo), y otra, muy distinta, es el conjunto de comportamientos, obligaciones, capacidades y hasta carácter que se le exige a una persona de acuerdo al sexo con el que ha nacido. Estas exigencias configuran el género, son una construcción social y su obligatoriedad se justifica alegando que provienen de la naturaleza. A su vez, siguiendo mandatos patriarcales, los géneros están jerarquizados. Estableciendo la dominación del masculino por sobre el femenino. Por lo tanto, los varones deben distinguirse de las mujeres para mantener su relación de poder.

Estos cuatro conceptos son clave para detectar los mecanismos de desigualdad que operan en nuestra sociedad. Ya que las conquistas de las mujeres obtenidas hasta aquí, no han sido un regalo, sino que son fruto de la lucha constante de quienes tomaron conciencia, se unieron y se propusieron cambiar las cosas, es que les invito a ponerse las gafas violetas.