Atravesando el umbral del dulzor: ¿lo extremadamente azucarado genera dependencia?
La Lic. en Nutrición Noelia Giorlando nos explica nuestra relación con los sabores dulces. Pros y contras de la relación que tenemos con el azúcar, y que puede llegar a ser adictiva.
El sabor dulce es, además de rico y agradable, es universal y protector, ya que nos permitió por mucho tiempo asegurarnos la supervivencia. Los sabores dulces no sólo han sido por siempre mejor aceptados, sino también buscados y seguros: allí hay energía accesible, disponible y rica.
La intensidad de la percepción del sabor dulce se determina mediante un umbral, es decir, una escala que es individual, pero que también depende de algunos factores tales como:
- la concentración de azúcares
- interacción con otros componentes
- disolución del compuesto
- el estado de salud de cada persona
- la edad
- el sexo
- interacciones entre componentes del alimento
- competencia por los receptores gustativos
- alteración de la señal neurofisiológica
- cambios en la respuesta psicológica
Este umbral es necesario para lograr una adecuada percepción o una armoniosa sincronización de los sentidos en el cerebro, y de esta manera interpretar el entorno y el alimento. Junto con la memoria permiten reconocer e identificar experiencias previas sensoriales placenteras; la percepción le da sentido y memoria a las experiencias alimentarias.
Los alimentos excesivamente dulces y edulcorados, pueden alterar el propio umbral aumentando la necesidad de dulce para llegar al mínimo del umbral, ocasionando una dependencia y aumento de las necesidades de mayor concentración de dulce, alterando la percepción por adaptación sensorial. Cuando este umbral se corrompe, puede aparecer una distorsión en la percepción del hambre y la capacidad de reconocer el auténtico sabor de los alimentos.
Mantener un adecuado umbral dulce, no sólo nos permite un equilibrio entre la necesidad y el deseo, logrando una mejor adaptación al sabor, sino además mejora nuestra relación con los alimentos, al poder disfrutarlos al menor estimulo.