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¿Hay motivos para preferir la carne ecológica a la convencional?

La ganadería ecológica intenta ganarle terreno a la convencional apelando no sólo a valores gastronómicos, sino también éticos. ¿Qué diferencia lo ecológico de lo convencional cuando hablamos de carne?<br>

domingo, 26 de mayo de 2019 · 03:11 hs

Siempre en el centro de la mayoría de debates del universo gastronómico. Desde los albores de la humanidad, poniendo a prueba nuestras glándulas salivales, accionándolas sin compasión con su aroma al fuego y sus rosáceos adentros: es la Diosa Carne. Si nuestros ancestros más lejanos no la hubiesen introducido en su dieta, quizás hoy seguiríamos danzando en taparrabos cada vez que truena. Como indica un famoso estudio de Harvard, sin la irrupción de este alimento, nuestro cerebro no se habría desarrollado como lo conocemos y este texto seguramente no se habría escrito.

Aunque nuestras necesidades nutricionales han cambiado mucho desde entonces -y las explotaciones ganaderas generan bastantes más residuos y comen más recursos que la caza con lanza hace varios siglos- los carnívoros encuentran en la carne ecológica una alternativa más respetuosa con el medio ambiente, más empática con el ganado y más amable con la salud. Pero, ¿qué separa la carne ecológica de de la convencional, para que tantos consumidores con consciencia prefieran la segunda?

Empecemos por lo básico: más espacio y más libertad. En la ganadería ecológica, los animales acceden a pastos al aire libre, dejan que la naturaleza marque el ritmo, mastican pastos limpios, están sometidos a unos controles exhaustivos, y se preguntan qué es eso del estrés. Son animales que viven prácticamente igual que en libertad y cuyo desarrollo se respeta al máximo, sin manipulaciones bruscas. Es una de las prerrogativas de la carne eco: garantizar la calidad de vida de los animales que acabarán en nuestro plato.

La ganadería ecológica prescinde de  hormonas para acelerar el crecimiento, y de los antibióticos y fármacos preventivos, obligando al sistema inmunitario de los animales a trabajar duro, pero curándolo si algún animal se enferma. 

Para que su carne se considere ecológica, además, el animal tendrá que campar en pastizales ecológicos. También podrá pastar en terrenos comunes, siempre y cuando haga al menos tres años que están libres de pesticidas o insecticidas no contemplados en la normativa.

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La alimentación saludable y el uso de piensos ecológicos conceden a las reses una dieta equilibrada y libre de engorde rápido, y por tanto más saludable. Aunque no exista un modo de cuantificarlo, pocos discutirán que la carne de una ternera feliz siempre sabrá mejor que la de una estresada. 

En la sartén también puede distinguirse ambos mundos, porque ¿quién no ha puesto un bife de baja calidad en la plancha y ha soltado más agua que otro mejor? La carne mala pierde agua en la plancha, eso es así. Pero no es que pierda agua, es que generalmente esos animales se alimentan mal, con productos que lo que buscan es ampliar su masa muscular para que luego se pueda pagar más por esas reses,

Hay que tener cuidado con el tema de lo ecológico, porque muchas veces te venden carne ecológica que no lo es. 

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Desde una perspectiva puramente nutricional, y es algo en lo que coinciden muchos expertos en la materia, la carne de una ternera ecológica de pasto fresco tendrá menos ácidos grasos saturados y niveles más altos de ácido linoleico, además de ofrecer un margen de conservación más amplio (aunque eso no quiere decir que podamos olvidarnos de ella en la nevera: si no se compra envasada y con una fecha de caducidad, lo mejor es consumirla en dos días o congelarla).

Cada vez hay mas gente dispuesta a pagar un poco más por una carne que le proporcione seguridad en términos de salud y conciencia. En una granja ecológica se producen menos emisiones contaminantes que en una de explotación convencional, y se vive un ciclo sostenible que encaja como un guante en el engranaje cíclico de la naturaleza: el animal come forraje fresco o cereales ecológicos que han crecido gracias al fertilizante de sus excrementos. Y así hasta el infinito.

Fuente: elcomidista