Economía en crisis

Un Plan Primavera que solo se parece al original en la estacionalidad

El contexto socio-económico y político parecen calcados. Pero pareciera que las crisis primaverales traen consigo bocetos de planes económicos. Mientras en Hacienda emprolijan los números y sacan cadáveres de los armarios dejados por Guzmán, en el BCRA juegan, por ahora, a favor de Massa.

Jorge Herrera
Jorge Herrera viernes, 9 de septiembre de 2022 · 08:30 hs
Un Plan Primavera que solo se parece al original en la estacionalidad

Al igual que 34 años atrás pareciera que hoy el presidente Alberto Fernández y su ministro de Economía, Sergio Massa, intentan tener su Plan Primavera; aquel último manotazo de ahogado del equipo liderado por Juan Sourrouille durante la presidencia de Raúl Alfonsín que tiene algunas similitudes con la actual coyuntura. 

Corría mediados de 1988 y el Plan Austral y su secuela, el Australito, habían fracasado. Así se encaraba el Plan Primavera para detener la escalada inflacionaria y reactivar la economía. El 3 de agosto de 1988 se anunció un paquete de medidas en un contexto de una inflación de dos dígitos, y una gran debilidad política tras la derrota en las elecciones legislativas del 1987.

Por ese entonces la inflación había acumulado casi un 180% en el primer semestre de 1988. Los organismos financieros internacionales presionaban por ajustes. Los déficits de las empresas públicas eran inmanejables, al igual que el de la Tesorería que se retroalimentaba por el cuasifiscal del Banco Central (BCRA). Fue la época del festival de bonos, los Tidol, Denor, Tacam, Ticof, Bagon, Ledo, Leda, Lefa, Barra, etc. Así se imponía un ataque frontal a la inflación, ante el fracaso de las concertaciones, la aceleración de la espiral precios-salarios, la suba de las tasas de interés y la creciente dolarización de los ahorros internos.

El objetivo político del plan era estabilizar las expectativas inflacionarias evitando una aceleración irrefrenable, a menos de un año de las elecciones presidenciales. Cualquier parecido con la realidad actual es pura coincidencia, diría el locutor. El resto es historia, y todos saben cómo terminó, en sendas hiperinflaciones.

Lo cierto es que hoy Massa solo piensa en evitar que la crisis siga escalando. Nada de un plan estabilizador ni de desarrollo. Solo volver a sacar la cabeza del agua y flotar hasta las próximas elecciones. Su Plan Primavera es eso, maquillaje para que el Fondo Monetario y demás organismos financieros internacionales no le suelten la mano y mantengan vivo los programas vigentes y por ende los desembolsos programados, incluso, si pueden conseguir flujos adicionales, serán bienvenidos. Porque lo que urge es recomponer el stock de reservas netas del BCRA, que están casi en cero. No hay ni para una semana de importaciones, cuando lo recomendable es tener entre 5 y 7 meses de importaciones, según el criterio mundialmente aceptado de Guidotti-Greenspan.

Para ello la cosmética fiscal se impone, con cierto grado de verosimilitud. Mientras Raúl Rigo (secretario de Hacienda) y Jorge Domper (subsecretario de Presupuesto) ordenan los papeles y el presupuesto, a la vez que intentan clarificar la montaña de libramientos impagos que dejó Martín Guzmán, en el BCRA le dieron una mano a Massa en su primer mes como ministro, retirando cerca de $126.000 millones del sistema el mes pasado.

Se trata de la primera contracción fuerte de la base monetaria desde abril pasado. Para tener una idea de cómo venía el BCRA expandiendo la cantidad de dinero vale señalar que entre mayo y julio había inyectado más de $800.000 millones en el mercado financiero.

Lo ocurrido en agosto ¿fue un gesto, una señal, un cambio?, aún no está claro, pero lo cierto es que a Massa le sirve para ir a Washington y mostrar cierta cautela y prudencia monetaria al Staff y al Directorio del FMI, sobre todo.

A modo de síntesis, en agosto, lo que se vio fue un sector público contractivo en términos monetarios, es decir, en lugar de ser factor de emisión fue de contracción, mientras que el sector financiero fue netamente expansivo. ¿Qué pasa? Es que si bien, el mes pasado el Tesoro se “portó” bien y no le pidió directamente fondos al BCRA, la bomba de la deuda remunerada del ente monetario obliga a emitir ya mensualmente ¡más de $344.000 millones!

O sea, si el BCRA no emitiera un peso en un mes, igual debe emitir ese monto para pagar intereses. Pero como finalmente esos pesos emitidos para el pago de intereses se transforman en más deuda, es una bomba que se retroalimenta. Hoy el stock de la deuda del BCRA supera los ¡$7 billones!, a una tasa, creciente porque se comprometieron a que sea positiva en términos reales para fortalecer la demanda de dinero y bajar las expectativas devaluatorias, hoy de casi el 70% nominal anual (97% efectiva anual), estamos hablando de una factura de casi ¡$5 billones anuales de intereses! Imagínense, cómo hubieran mejorado las jubilaciones si se cumplía la promesa de campaña de Alberto, pero eso es otro debate, o más bien, otro espejito de colores.

Entonces, el BCRA debió emitir $344.000 millones para pagar intereses en agosto, y para aspirar esa emisión vía Pases por unos $103.821 millones más otros $188.044 millones con LELIQ y NOTALIQ. También jugaron a favor de la contracción de la base la venta de divisas al sector privado por unos $68.000 millones más otros $31.000 millones al Tesoro, que además canceló $10.000 millones de Adelantos Transitorios e incrementó sus depósitos en el BCRA en más $25.700 millones. En agosto las intervenciones de BCRA en los mercados de bonos y futuros implicaron una contracción de más de $44.000 millones. De esta manera se explica la caída de la base en agosto por casi $126.000 millones.

Pero viendo el balance en lo que va del año, se observa que entre enero y agosto la base ya acumula un crecimiento de $537.348 millones, esto representa un 45% de todo lo que se expandió la base en 2021, aun cuando falta lo peor para cerrar el año. ¿Quiénes fueron los protagonistas de esta emisión?: el sector público y el financiero. El Tesoro recibió del BCRA $620.051 millones vía Adelantos Transitorios. Luego aspiró $82.151 millones a través de la venta de divisas al Tesoro quien además incrementó sus depósitos en el BCRA en $435.000 millones. Hasta acá el Tesoro explica solo $103.000 millones de la expansión del año. ¿Y el resto?

Aquí entran a terciar las fuertes intervenciones del BCRA en el mercado de bonos y de futuros y el pago de intereses. Entre ambos conceptos hubo una emisión de casi $2,6 billones ($1,5 billones de intereses y $1,1 billones de “Otras operaciones”). Pero además entró en juego el desarme de los Pases, para que los bancos compraran bonos del Tesoro. Por ese canal, los Pases, se emitió $1,9 billones. Como no hay magia, toda esta expansión fue absorbida vía LELIQ y NOTALIQ por casi $4,1 billones. Ahí tenemos la montaña, que algún día colapsará.

Archivado en