Los Pumas a cuartos del Mundial: así fue la fiesta de los hinchas argentinos en Nantes

Fue fiesta celeste y blanca en Nantes. En la tarde de este sábado, no hubo 60 sino quince "granaderos" que representaron al país en el cierre de la primera fase del Mundial de rugby. Fue ante la dura selección de Japón, en un encuentro donde no fue necesario dejar la vida pero si sangre y sudor, para que Los Pumas disfruten su tan ansiado pase a cuartos de final. 

El trabajo de los quince dentro de la cancha contó con el apoyo indispensable de otros miles fuera, en las tribunas y en las calles de la bella ciudad francesa. Los hinchas argentinos emocionaron con el canto del himno, como ya es tradición, y luego alentaron en el resto del partido para empujar a un equipo que se vio en aprietos durante varios tramos del encuentro.

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El entrenador de Los Pumas, Michael Cheika, oriundo de la lejana Australia, todavía se sigue sorprendiendo por ese "calor argentino". Como si se estuviese aclimatando. En el análisis del partido, a los conceptos tácticos no pudo evitar añadirle el determinante aliento. "Fuimos efectivos en ataque, pero cometimos errores. Para mí, los jugadores tuvieron esa voluntad gracias al apoyo del público que gastó mucho dinero para venir y estar acá, la semana próxima también", confió. 

Desde las orillas del río Erdre hasta las butacas del Stade de la Beaujoire, los argentinos se hicieron sentir. Principalmente ante cada recuperación o defensa cerca del in goal. La transmisión oficial lo reflejó con el sonido ambiente. "Estoy contento por el público, porque tener un apoyo así en Francia es increíble", agregó Cheika, sobre uno de sus mejores jugadores, el número 16. 

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El aliento itinerante de los argentinos en Francia tendrá una nueva cita el sábado 15 de octubre, esta vez, en la ciudad de Marsella. Será el Stade Vélodrome el testigo de un nuevo canto efusivo del himno argentino. Los oídos de los jugadores de Gales deberán escuchar ese "canto de guerra" argentino, acaso como el Haka neozelandés o el Siva Tau samoano. ¡Sean eternos los laureles, que supimos conseguir!