Análisis

Casi 200 mil mendocinos no tienen ingresos para comer bien y crece el síndrome de "ya no poder"

El 14% de los mendocinos no tienen los ingresos suficientes para comprar alimentos. Y la mitad de la población vive en condiciones de pobreza. El deterioro alcanza a familias de clase media.

Pablo Icardi
Pablo Icardi jueves, 28 de marzo de 2024 · 08:24 hs
Casi 200 mil mendocinos no tienen ingresos para comer bien y crece el síndrome de "ya no poder"
La pobreza no se nota solo en barrios populares, sino también en familias que tienen ingresos fijos, pero no pueden comprar lo que necesitan. Foto: Rodrigo D'Angelo / MDZ

Los mendocinos viven un derrumbe en la calidad de vida y el dato más dramático tiene que ver con lo que sufren las familias con menos ingresos. Casi el 14% de la población del Gran Mendoza no tiene los recursos necesarios para comprar los alimentos básicos cada día. Son casi 200 mil personas, solo en el Gran Mendoza. Ese es el dato más fuerte de la información brindada por el INDEC sobre los índices de pobreza e indigencia de Argentina. En la provincia casi se triplicó la cantidad de personas que no tienen para comer correctamente en un año, además de que casi la mitad de la población vive en condiciones de pobreza

Los datos reflejan la situación a diciembre del 2023. Es una radiografía social vieja y todo indica que la situación real es peor, pues en enero (devaluación mediante) la inflación y el costo de vida se dispararon y los ingresos de las personas estuvieron casi congelados, sobre todo los del 40% de la población económicamente activa que realiza tareas informales. Aún así, el dato del INDEC sirve para analizar ciclos políticos relevantes. 

Los alimentos subieron más que la inflación general.

Que Argentina tenga 41% de pobreza y Mendoza el 47% es el dato más ilustrativo de la herencia que dejó el kirchnerismo en los 16 años que estuvo en el poder, con el agregado del nocivo proceso económico y social que tuvo Mauricio Macri entre 2015 y 2019. No hubo década ganada, como pregonaba Cristina Fernández de Kirchner y tampoco se eliminó la pobreza como irresponsablemente había prometido el fundador del Pro. En Mendoza también hubo procesos extensos. En diciembre terminó el gobierno de Rodolfo Suarez, que terminó con los peores indicadores sociales desde la salida de la crisis del 2001. Más allá de los condicionamientos nacionales, el exgobernador y todo Cambia Mendoza no lograron generar condiciones que mejoren la calidad de vida de los mendocinos. Incluso la Provincia tiene los peores indicadores de la región. 

Las imágenes de la nueva realidad social rompen estigmas. Las familias pobres no están solamente en los barrios populares. Es que se agregan también personas con trabajos e ingresos estables a los que no les alcanza y que sufren también la angustia de "ya no poder". 

Deterioro

En el segundo semestre del 2022 el 5% de los mendocinos tenían ingresos tan bajos que no podían comprar los alimentos necesarios para sus familias. En diciembre del año pasado ya eran el 13,9% de las personas las que vivían en esa situación, solo considerando el área urbana del Gran Mendoza. Detrás del índice hay datos muchos más cercanos a la realidad. Para calcularlo, se usa la información de la canasta básica alimentaria, un cálculo que mide las "necesidades calóricas" (alimentos) que necesita cada persona para vivir y el costo que tienen esos alimentos. En diciembre del año pasado una familia de 4 personas necesitaba ingresos por al menos 200 mil pesos para cubrirla. En la vida cotidiana todos saben que incluso ese cálculo es conservador, pues los costos reales de algunos alimentos eran superiores. 

Las estrategias de supervivencia en la calle crecen. 

Los niños y adolescentes son los más afectados. En el Barómetro de la Deuda Social de la Infancia de la Universidad Católica Argentina analizan un concepto que explica mejor lo que ocurre. Ellos hablan de "Inseguridad Alimentaria"  y lo describen cuando hay "una disponibilidad limitada e incierta en cantidad y calidad de los alimentos que permiten cubrir los requerimientos nutricionales de los individuos, así como de la habilidad para adquirirlos de un modo aceptable desde una perspectiva social y cultural". Esa situación se vuelve "inseguridad alimentaria severa" cuando se afecta la cantidad y calidad de los alimentos consumidos por los niños. Solo tomando lo medido por el INDEC, la cantidad de personas que no pueden comprar los alimentos en Mendoza creció de manera dramática. Solo en el área metropolitana, hay 194.703 personas que en diciembre no podían comer bien todos los días. La inflación "de los pobres", además, crece más, pues esas familias destinan una porción más grande de sus ingresos a comprar alimentos. 

El crecimiento de la pobreza en Argentina es el único indicador que ha tenido una constante creciente; es decir el deterioro económico y social ha sido igual de constante hasta llegar a que más de un tercio de la población del país está marginado de la actividad formal, del acceso a bienes y servicios de calidad y también de construcción de un futuro. Ahora se agrega un fenómeno que se profundiza: los trabajadores formales, con ingresos fijos que también son pobres porque el dinero no les alcanza. Es lo que le ocurre al 47% de la población de la Provincia. Para calcular esa cifra se toma el costo de la Canasta Básica Total, que en diciembre del 2023 estaba casi en el medio millón de pesos. Pero allí no se cuentan, por ejemplo, los gastos de alquiler y otros servicios que tienen un peso enorme en la economía familiar. 

Diciembre de 2023 marcó el final de varios procesos. El gobierno de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner terminó con esos indicadores sociales, luego de que ese sector político gobernara en 16 de los últimos 20 años y donde se pueden identificar al menos tres etapas.

Tras la crisis del 2001 Argentina no tenía una red de contención social que permitiera amortiguar los impactos, por lo que se fueron tejiendo en la marcha, con algunos planes sociales (Jefas y Jefes de Hogar, por ejemplo). El gobierno de Néstor Kirchner heredó los indicadores sociales de la crisis, pero también las bonanzas que le dejó la devaluación y estabilización de Duhalde y el impulso de los ingresos extraordinarios por las exportaciones. Ese rebote generó condiciones macroeconómicas exitosas y una expansión que también derivó en mejores indicadores sociales, continuados por Cristina Fernández en la primera parte de su primer gobierno. La política económica apuntaba a impulsar la demanda agregada, con un fuerte impulso del consumo. La "década ganada" mostraba mejoras superficiales en la calidad de vida, con acceso a bienes, pero no a mejor calidad de vida de manera sustentable. Los indicadores sociales mejoraron, pero con la fragilidad que tiene la dependencia. Por eso ante cada crisis, la repercusión social fue enorme y, de manera progresiva, más familias quedaban marginadas. En el peor momento del segundo gobierno de Cristina, incluso, optaron por hacer un apagón estadístico para censurar las consecuencias sociales de la mala política económica. Mauricio Macri tuvo un rapto de demagogia al ponerse como objetivo eliminar la pobreza, y entregó el gobierno con indicadores más duros que los que recibió y con un alto grado de dependencia. La pandemia que le "tocó" a Alberto Fernández fue un aliciente para exculparse de sus impericias, pero ni con esa plataforma logró salvar el desgobierno que condujo a nivel social y económico, que derivó en la peor situación social desde el 2002 en adelante. 

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