Opinión

Desarmar la bomba de los planes sociales: cuál es la falla en el plan de Sergio Massa

El flamante ministro de Economía, Sergio Massa propone una transición de planes sociales a trabajo. Pero su proyecto no tiene en cuenta una importante deuda del país: esa misión está destinada a fracasar sin formación en oficios.

Mariano Obarrio sábado, 6 de agosto de 2022 · 07:08 hs
Desarmar la bomba de los planes sociales: cuál es la falla en el plan de Sergio Massa
Foto: MDZ

La reconversión de los planes sociales en trabajo genuino fue uno de los principales anuncios del nuevo ministro de Economía, Sergio Massa. Pero sólo quedó en la formulación de buenas intenciones y a mitad de camino, porque no abordó el principal cuello de botella de esa transformación que es la falta de capacitación técnica y actitudinal de la gran mayoría de los beneficiarios de los planes sociales.

Esa falta de educación y formación laboral es la que impide a la gran mayoría de las empresas y las Pymes, en todos los rubros, contratar a los beneficiarios de los programas como el programa Potenciar Trabajo.

“Quiero tomar trabajadores, pero les falta capacitación técnica y actitudinal, falta cultura del trabajo”, dijo el empresario textil Carlos Vilariño, de Textilcom, en diciembre último y comenzó a capacitar en su fábrica. 

Luego incorporó postulantes de ONG que dan capacitación actitudinal y fueron acercadas por el Movimiento por los Valores de la Argentina (MVA). Lo mismo le había pasado a Toyota hace 10 años y hoy todas las empresas padecen ese obstáculo: la falta de oficios: operarios, torneros, matriceros, carpinteros, albañiles y otros oficios de media y alta calificación. 

La industria minera paga 300 mil pesos mensuales a los perforistas en San Juan o en Catamarca, pero las empresas no consiguen perforistas en provincias mineras. Sin embargo, son provincias atestadas de planes sociales y empleo público.

En Mendoza, al lanzarse el MVA muchas empresas señalaron que les faltan oficios de técnicos electromecánicos, gastronómicos, apicultores u operarios de paneles solares. Faltan oficios.

El plan que anunció Massa consta de dos pilares: 

  1. La incorporación del titular del plan social (Potenciar Trabajo) en el trabajo registrado. El ingreso de 22.000 pesos se le pagaría a cuenta del futuro salario de convenio. El empleador pagaría el resto del salario hasta completar ese salario por un año. Si en esos 12 meses el trabajador no está conforme podría permanecer dentro del Plan Potenciar y dejar el trabajo.
  2. Una auditoría de planes sociales que se hará desde el 15 de agosto entre el Ministerio de Desarrollo Social que dirige Juan Zabaleta y las universidades nacionales para dar de baja los planes que estén en forma irregular. “Quién no la cumpla, recibirá la suspensión del plan”, dijo Sergio Massa.

En rigor, estas dos medidas ya están rigiendo en la gestión de Zabaleta y los resultados, por ahora, son muy módicos. Massa conversó con el ministro antes de asumir y acordaron darles continuidad a esas políticas que no son una novedad en sí misma. La auditoría de los planes sociales ya estaba anunciada. 

El ministerio de Zabaleta ya había detectado 7000 irregularidades en el reparto de los planes sociales, muchas de ellas originadas en denuncias de los beneficiarios de que los obligan a ir a las marchas y a pagarles una comisión a los jefes políticos de sus barrios o movimientos sociales y los amenazan con quitarles el beneficio si no lo hacen. Por esas irregularidades, Zabaleta lanzó una auditoría más amplia de los planes sociales.

El anuncio de Massa no abordó la cuestión medular, que es la creación y formación de los oficios, el modo en que los beneficiarios deberían capacitarse para acceder al trabajo registrado. Muchos de los titulares de planes sociales no tienen nivel educativo suficiente, no terminaron el secundario y nunca tuvieron experiencia de trabajo, ni sus padres ni sus abuelos. Pertenecen a un sector vulnerable donde no existe cultura del trabajo. Por eso, en muchos casos, prefieren seguir cobrando el plan social que insertarse en el trabajo como lo mostraron varios videos viralizados recientemente en las redes, como fue el caso de la “planera” Mariana Alfonzo a la que le quitaron el plan.

Es así como los empleadores que han intentado contratarlos encontraron deficiencias de habilidades sociales o actitudinales muy severas: falta de presentismo, puntualidad, adicciones, falta de sociabilización, de compromiso, de capacidad de comunicación, trabajo en equipo o de responder a consignas básicas. “Muchos trabajadores no van el lunes a trabajar porque quedan deteriorados el fin de semana”, dicen empresarios. También adolecen de falta de habilidades técnicas: no desarrollan ningún oficio y no pueden aplicar para los trabajos de media y hasta baja calificación laboral.

La otra pata floja del plan anunciado es la “voluntariedad” del acceso al trabajo registrado: Massa señaló que quienes no estén conformes en un año con su trabajo, podrán volver a percibir el plan Potenciar Trabajo sin trabajar, como ahora, que si bien existe ese requisito laboral no se cumple frecuentemente o se lo cumple de manera muy precaria.

Massa dijo en su anuncio que encarará “una política de reordenamiento de los planes sociales durante los próximos 12 meses, poniendo foco en 3 ejes”. Uno es la “vuelta al mercado de trabajo”, y los otros dos los enunció sin explicarlos: “Fortalecimiento de cooperativas y protección en caso de situaciones de vulnerabilidad”. 

También dijo que “en paralelo la liquidación (de los planes) se cruzará con las bases de datos de la Anses”. Y aseguró: “Nuestra idea de país es que el plan sea la emergencia y el trabajo lo permanente”. Pero dadas las circunstancias, si no existe un mecanismo de inserción laboral obligatoria, plazos de caducidad del plan, o incentivos reales, la experiencia marca que los beneficiarios tienden a seguir percibiendo el plan sin trabajar y completan su ingreso con changas o trabajos precarios.

Tal como están hoy, los planes sociales son un ordenador de la pobreza, que se perpetúa y se expande de generación en generación, y no un programa para la recuperación de las personas en situación vulnerable y la inclusión social. De ese modo, las partidas presupuestarias de las políticas sociales son cada año más altas y el impacto en el déficit fiscal inevitable. 

En conjunto los planes sociales totalizan el 1,8% del PBI en una economía que tiene un déficit fiscal de 3%.  ¿Cómo revertir la situación y reconvertir los planes sociales? ¿Cómo desarmar la bomba del asistencialismo y reemplazarla por la cultura del trabajo?

Es urgente la creación de un gran programa de capacitación técnica y actitudinal, de habilidades blandas o sociales, en los oficios que el mercado demanda para el futuro de la economía. Convertir así a la Argentina en una gran escuela de oficios. El sector privado debe definir sus prioridades estratégicas en competencias laborales según la proyección de su desarrollo. 

Paralelamente, el Estado, la política, las empresas, los sindicatos y todo el sector educativo y la sociedad civil deben articular un gran programa educativo en oficios que sean altamente demandados por la economía. En la actualidad faltan oficios tradicionales, oficios del futuro, emprendedores y cooperativistas. Hay que diseñar un gran plan para crearlos y que los empleadores puedan absorberlos o los propios emprendedores puedan formar sus negocios en el asociativismo. De lo contrario, las buenas intenciones chocarán contra la realidad y esos ciudadanos no tendrán posibilidad de insertarse en el trabajo registrado y aumentarán los planes y la pobreza a niveles explosivos.

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